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lunes, 7 de octubre de 2019

NO DEJES DE VENIR I




Por:
 Carlos Ardila



     No dejes de venir a la iglesia si en ella se habla acerca del pecado o de lo que esté mal, sea en el aspecto moral o en el doctrinal, más bien piensa que tanto tú como todos los demás debemos cambiar aquello en lo que estemos mal (Cp. II de Timoteo 4:2-4; Ezequiel 3: 17-21; Hechos 3:19).  

     No dejes de venir a la iglesia si crees que asisten allí demasiadas personas inmaduras e imperfectas, más bien sé paciente y piensa que cómo tú todos nos esforzamos por llegar a ser mejores (Cp. I de Juan 1:8-10; I de Corintios 6: 9-11).

     No dejes de venir a la iglesia si crees saber más de lo que el ministro y los demás miembros saben de la Biblia, más bien muéstrate, humilde y recuerda que jamás dejamos de aprender, por lo tanto, aprende un poco más de ellos y enséñales a través de tu ejemplo (Cp. Romanos 12:3; I de Corintios 8:1; 13:4). 

     No dejes de venir a la iglesia si en ella los demás no se adaptan a tus gustos, preconceptos u opiniones, más bien piensa que en ella tanto tú como todos debemos adaptarnos al modo y a la autoridad de la Palabra de Dios (Cp. I de Pedro 4:11; I de Corintios 4:6).

     No dejes de venir a la iglesia si te parece que los demás no son tan amistosos contigo ni corren a saludarte efusivamente cada vez que te ven, más bien toma tú la iniciativa de ser amable para con todos (Cp. Filipenses 4:5).

     No dejes de venir a la iglesia si crees que tu servicio no es lo suficientemente reconocido, más bien continúa sirviéndole al Señor, quien al final te recompensará (Cp. Colosenses 3:32,24; Mateo 6:1-4).

     Ten presente, no existe una iglesia cuya membrecía sea perfecta, debemos asistir a ella, esforzándonos por ser cada día mejores y procurando alentarnos mutuamente al amor y a las buenas obras (Cp. Hebreos 10:23-25).

     Ahora, si existiera una iglesia cuya membrecía fuese perfecta, ¿qué te hace pensar que serías admitido en ella siendo lo imperfecto e inmaduro que eres? (Cp. Romanos 5:8; Juan 6:37).

     Aunque en medio del mundo y quizás muy cerca de ti existen personas malvadas e hipócritas, traicioneras, violentas y deshonestas, ¿has tú dejado estudiar en tu colegio o en tu facultad?, ¿abandonaste tu trabajo?, ¿no has dejado de vivir en sociedad para irte solo a morar como un ermitaño en un campo lejano? Y si lo hicieras, ¿a quién le serías sal y luz allí? (Cp. Mateo 5:14-16).

     Si quizás las anteriores palabras te lastiman, ten por seguro que no ha sido la intención de su autor el ofenderte, recuerda, nuestra salvación es personal, por lo tanto, por favor, no te justifiques más en los demás para dejar de asistir a la iglesia (Cp. Romanos 14: 12; II de Corintios 5:10).