Por:
Carlos Ardila
Sueños,
anhelos e ilusiones se albergan en general en nuestros corazones; sin
embargo, eventualmente alguno que otro obstáculo nos distancia de la
realización de nuestros proyectos, poniendo a prueba nuestra fe en Dios.
Por
supuesto, siendo nosotros los cristianos conscientes del poder absoluto de
nuestro Rey, ¿al buscarle en oración confiamos plenamente en Él?, ¿o
al hacerlo a nuestras palabras les antecede, les acompaña y les sigue el temor
característico de la incertidumbre que impide el fluir de su poder? (Cp. Marcos
11:22-24).
Libérate del
afán y la duda y confía en Dios quien siempre está presto a bendecirte
ayudándote a alcanzar tus metas (Cp. Mateo 7:7-11; I de Juan 3:21,22; Efesios
3:20,21).
Si altos
son nuestros objetivos, si acaso difíciles son nuestros problemas, más grande
es el poder de nuestro Dios.
Que jamás
nos engañe y confunda Satanás, sumiéndonos en la incredulidad y el temor (Cp. I
de Pedro 5:7; Isaías 41:10).
Tengamos
siempre presente que para Dios no hay nada imposible (Cp. Lucas 1:37; Mateo
17:20), y al orarle hagámoslo enteramente confiados en su poder y en su deseo
de bendecirnos.
“Pero sin
fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se
acerca a Dios crea que lo hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Cp.
Hebreos 11:6).
“Deléitate
asimismo en Jehová,
Y él te concederá las peticiones
de tu corazón.
Encomienda
a Jehová tu camino,
Y confía en él; y él
hará.
Exhibirá
tu justicia como la luz,
Y tu derecho como el mediodía
(Cp. Salmos 37:4-6).