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lunes, 7 de octubre de 2019

AUNQUE ERES TAN PEQUEÑO


Por:
Carlos Ardila 

 Nacido en un pequeño planeta de la Vía Láctea, quizás para el resto del mundo, tan solo uno de tantos entre los más de seis mil millones de habitantes de la tierra, ello sin contar el gran número de personas que han existido antes de ti y las que existirán en el futuro después de ti, público, anónimo o reconocido por pocos, de humilde condición, rico o famoso, desapercibido o indiferente para los demás a tu alrededor, eres conocido de alguien especialmente interesado en ti y en tu bienestar personal.

     Como todos, tú has llegado al mundo y un día habrás de abandonarlo (Cp. Eclesiastés 3:2; Hebreos 9:27), durante el curso de tu vida has disfrutado y aún disfrutarás de grandes satisfacciones, así como seguramente has tenido y aún tendrás algunas frustraciones y decepciones, habrás reído y aún reirás más, habrás llorado un poco o mucho y quizás llorarás aún más; la vida con sus vaivenes nos pone en una u otra situación; pero, finalmente toda circunstancia, sea positiva o negativa es tan solo temporal como lo es nuestra vida también, la Palabra de Dios dice:

     “El hombre, como la hierba, son sus días; florece como la flor del campo que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más. Pero la misericordia de Dios es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos, sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra” (Cp. Salmos 103: 15-18).

     Aunque eres tan pequeño, un punto diminuto y temporal sobre la tierra, has sido revestido por Dios de inmortalidad, y es que somos eternos, así nos ha hecho el Señor; ahora, en términos de tiempo, lo que hará la diferencia entre los cristianos fieles y las personas ateas, incrédulas e infieles a Dios, será en dónde hemos de pasar nuestra eternidad; un día, después de nuestra muerte física, Él llevará a algunos a su presencia y a otros los excluirá de ella, su Palabra dice: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Cp. Juan 5: 28,29).

     Siendo conscientes de nuestra fragilidad y de la temporalidad de nuestras vidas sobre la tierra, ¿no crees que deberías prepararte para la eternidad viviendo de una manera obediente a Dios, quien aunque eres tan pequeño, te ha conocido desde antes y se ha interesado de manera especial y personal en ti? El Salmista escribió:

     “Sobre ti fui echado desde antes de nacer; Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios” (Cp. Salmos 22:10).

     “Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (Cp. Salmos 139:16).

     Dios ha dado a su Hijo en rescate por ti y por mí, su Palabra dice:

     “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Cp. Juan 3:16), sí, vida eterna en su presencia.

     Aunque eres tan pequeño, Dios se interesa de manera personal y especial en ti, recuerda: en Jesús hay vida, poder y bendición, si aún no le has recibido, ven tú ahora a Él, obedécele y serás salvo (Cp. Juan 1:12; 14:6; Hechos 4:12).