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lunes, 7 de octubre de 2019

MIENTRAS AÚN PODAMOS DECIRLO


 Por:
Carlos Ardila


     Te amo, te extraño, espero verte pronto, añoro tanto tu presencia, te felicito por tan extraordinarios logros, ¿podrías perdonarme?, Me eres tan querido y valioso, ¡estoy tan agradecido por todo cuanto has hecho en mi favor!, quisiera que conozcas al Señor, ¡Ah, qué tiempo maravilloso ha sido el que hemos compartido juntos durante el verano reciente!, ¡Estoy feliz! Lamento decirte que mamá ha estado enferma, ¿podrías venir a verla pronto? No me he estado sintiendo nada bien..., por tanto, me place darte hoy las más buenas nuevas…

     Mensajes y expresiones de amor, nostalgias y añoranzas, congratulaciones y arrepentimientos, felicidad e infelicidad, sueños, anhelos e ilusiones, gratitud y reconocimiento, entre otros tantos sentimientos, emociones, situaciones y circunstancias más escritos a manera de cartas por remitentes a destinatarios ausentes y distantes en épocas pasadas y enviados a través del correo convencional transportado de las más diversas formas tardando días, semanas e inclusive meses en finalmente llegar al lugar y a la persona de destino, nos remontan románticamente en el tiempo a los años de los siglos idos.

     Ahora y a diferencia de en el pasado, ya hoy no nos es preciso, salvo en muy contadas excepciones y en las más lejanas regiones, el hacer uso de palomas, caballos, trenes, barcos y aviones para el traslado y la entrega del correo mediante el cual las personas como seres fundamentalmente sociales expresamos nuestros sentimientos y emociones… a quienes amamos o a aquellos otros individuos con los que por una u otra razón nos relacionamos.

     Efectivamente, en el tiempo presente, el envío del correo para la expresión de nuestros sentimientos, emociones, necesidades e informaciones, se reduce de días, semanas e inclusive meses a tan solo unos pocos segundos a través del uso de los medios masivos e inmediatos de comunicación entre los cuales sumados a otros varios recursos más, bien podemos hacer mención de los emails y de los servicios de mensajería instantánea de las redes sociales, así como de los mensajes telefónicos de texto y las videoconferencias.

     Ahora, siendo que nuestros más queridos seres pueden leer y escuchar nuestros sentimientos y emociones, sea que estén cerca o vivan lejos, ¡es más!, siendo que nuestro soberano Dios es omnipresente y solo debemos pensar para comunicarnos con Él ¿estamos diciéndoles a ellos y a Él lo mucho que les amamos?, ¿lo arrepentidos que estamos?, ¿lo mucho que les agradecemos? ¡Mientras aún podamos decirlo!, comuniquemos sin demora a ellos y a Él nuestros sentimientos y emociones, mañana ya no estarán e iremos nosotros mismos un día ante el Señor para ser por Él juzgados (Cp. I de Tesalonicenses 5:16-8; Salmos 103; Mateo 6:12-14; I de Juan 1:9,10; II de Corintios 5:10).