Copyright © Todos los derechos reservados por Carlos Ardila.

lunes, 7 de octubre de 2019

ENFRENTEMOS, DERRIBEMOS Y DERROTEMOS A NUESTROS GIGANTES


Por:
Carlos Ardila


     Individuos de gran estatura y fuerza física, sin duda alguna intimidarían a adversarios de menor altura y poder en competencias deportivas tales como la lucha en la cual se libran intensos enfrentamientos cuerpo a cuerpo; no obstante, en confrontaciones como esta generalmente son clasificados los contendientes en categorías divididas por el peso de los rivales que han de competir entre sí a fin de garantizarle a ambos participantes las posibilidades de triunfar.

     Ahora, ¿cuáles serían las probabilidades de ganarle un competidor a otro cuando su rival le supere ampliamente en talla o envergadura física, peso y vigor?

     Acerca de una confrontación entre dos hombres en condiciones físicas y de armamento notoriamente diferentes, la Palabra de Dios nos refiere el enfrentamiento entre David, un joven y humilde pastor de Israel sin experiencia en la guerra y desprovisto de espada y de armadura y Goliat, el arrogante gigante y paladín filisteo, un guerrero experimentado que media cerca de tres metros de estatura quien fuera vencido por su aparentemente débil adversario.      

     ¿Cuál fue la razón por la cual David triunfó sobre Goliat en condiciones materiales tan desfavorables? Goliat confiaba en su estatura, en su fuerza, en su espada y en su gran armadura (Cp. I de Samuel 17:42-44), en tanto que David había depositado su confianza en el poder de Dios, quien le ayudaría a vencer y en cuyo nombre enfrentó, derribó y derrotó al filisteo con tan solo una honda (Cp. I de Samuel 17: 45-52).

     Día tras día de nuestras vidas lidiamos con nuestras debilidades, en cuanto a ti, ¿alguna o varias de ellas han llegado a acrecentarse tanto que como a poderosos gigantes te resulta difícil, casi imposible derrotar?, ¿siendo una y otra vencido por una o varias de tus flaquezas te sientes impotente?, ¿Qué tal si en vez de seguir combatiendo solo decides encarar tus luchas en el nombre y en el poder del Señor como en su oportunidad lo hiciera David?

     De la mano de nuestro Dios la victoria es segura, confiemos siempre en Él y fortalezcámonos en el poder de su fuerza (Cp. Efesios 6:10-10), con su ayuda constante, enfrentemos, derribemos y derrotemos a nuestros gigantes.