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martes, 24 de septiembre de 2024

SIMPATÍA Y BENDICIÓN / DEVOCIONAL

 

SIMPATÍA Y BENDICIÓN

 Por: Carlos Ardila

 

 

«Y él da gracia con generosidad. Como dicen las Escrituras:

 

«Dios se opone a los orgullosos

  pero da gracia a los humildes»[c] (Santiago 4:6).

 

 

En general, hallaremos que en lo relacional, e inclusive, en la interacción personal incidental, casi nadie desea estar cerca de las personas arrogantes, ya que, debido a su actitud, estas les resultan un poco antipáticas a los demás, pero, al contrario, las personas amables y sencillas, suelen despertar una cierta simpatía.

 

 

Es claro, que ninguna persona le cae bien a todas las demás, e incluso, pese a no haber dado ningún motivo, el Señor Jesús, le resultó muy antipático a los líderes religiosos de Israel.

 

 

Aunque nuestro Dios no hace acepción de personas, y hace salir su sol sobre los justos y los pecadores por igual (Cp. Mateo 5:45), Él se complace en bendecir, en especial, a sus hijos, quienes, en razón de una actitud humilde y obediente, le resultamos bastante más simpáticos (Cp. Salmos 25:14).

 

 

Por definición, la simpatía refiere a la inclinación afectiva mutua que se da entre algunas personas; pues bien, nuestra relación de comunión con el Señor, es por supuesto, personal, nosotros nos deleitamos en Él y en su amor, y Él se deleita en nuestra obediencia, en razón de la cual, nos desea bendecir, puesto que le resultamos muy simpáticos (Cp. Santiago 2:23).

 

 

La Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Pues el Señor, tu Dios vive en medio de ti.

  Él es un poderoso salvador.

Se deleitará en ti con alegría.

  Con su amor calmará todos tus temores.[b]

  Se gozará por ti con cantos de alegría» (Sofonías 3:17).

 

 

Deléitate en el Señor,

  y él te concederá los deseos de tu corazón.

 Entrega al Señor todo lo que haces;

  confía en él, y él te ayudará.

 Él hará resplandecer tu inocencia como el amanecer,

  y la justicia de tu causa brillará como el sol de mediodía (Salmos 37:4-6).

 

 

Oremos:

 

 

Maravilloso y bondadoso Dios de amor, nos regocijamos en el precioso don de tu Salvación, y te pedimos, oh, buen Señor, que de acuerdo al ejemplo de nuestro Salvador, sencillo y manso de corazón, nos hagas más sencillos y humildes, a fin de serte gratos y poder recibir de ti una cada vez mayor gracia y bendición, en el nombre de Jesús, amén.

 

viernes, 20 de septiembre de 2024

SIETE BENDICIONES / DEVOCIONAL

 


SIETE BENDICIONES

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Ver la manera de prosperar y el celosamente cuidar de los bienes materiales adquiridos a fin no solo de preservarlos, sino además de incrementarlos en función de nuestro beneficio personal y del de las más queridas y cercanas personas alrededor de nosotros, son desde luego intereses absolutamente legítimos, siempre que no resulten siendo estos el enfoque único o prioritario de nuestros esfuerzos (Cp. Mateo 6:19-21, 33,34).

 

 

Ahora, al habernos relacionado de manera personal con el Señor, nos han sido concedidas ricas bendiciones espirituales que, como bienes especiales bien debiéramos atesorar a fin de preservarlos en función de nuestro bienestar y del de todos los demás con quienes las debemos compartir; para nuestra reflexión, de entre estas hoy quiero compartir contigo las siguientes siete bendiciones:

 

 

Nuestros pecados perdonados (Cp. Hechos 2:38; Colosenses 2:12,13); ahora, ¿hemos perdonado a quienes nos han perjudicado? (Cp. Mateo 6:12-15).

 

 

El Señor ha sido nuestro proveedor (Cp. Mateo 6:33; Filipenses 4:19), ¿confiamos en sus fieles promesas, o vivimos sumidos en la angustia cruel y estresante de futuras carencias?

 

 

Dios nos ha dado su paz que sobrepasa a todo entendimiento (Cp. Filipenses 4:7), ¿vivimos en paz con los demás?

 

 

Nuestro padre nos llena de su gozo espiritual (Cp. I de Pedro 1:8). Ahora, eventualmente, ¿le permitiríamos al enemigo arrebatárnoslo? (Cp. Hebreos 12:15).

 

 

Nuestro Dios nos ha dado amigos verdaderos y leales (Cp. Proverbios 18:24), ¿nos mostramos amigos para con ellos? (Cp. Proverbios 17:17; 18:24).

 

 

El Señor nos ha reservado una corona y una mansión celestial (Cp. Juan 14:2; Santiago 1:12), ¿las cambiaríamos por los placeres mundanos temporales? (Cp. Mateo 6:19-21; I de Juan 2:15-17).

 

 

Nuestro Padre nos ha dado a un amoroso Salvador, quien intercede por nosotros (Cp. Juan 3:16; I de Juan 2:1,2), ¿le hablamos al mundo acerca de Él?

 

 

Oremos:

 

 

Soberano Dios, expresamos a ti nuestra total gratitud, por cuanto nos bendices, tanto en el aspecto material, como en el ámbito espiritual de nuestras vidas, en correspondencia a tu amor, concédenos un enfoque de vida prioritariamente puesto en ti y en los asuntos de tu reino, en el glorioso nombre de nuestro Salvador Jesús, amén.