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miércoles, 29 de noviembre de 2023

LA BESTIA Y EL ANTICRISTO


Una respuesta.

Por:

Carlos Ardila.

 

Respuestas a preguntas surgidas en nuestros grupos de estudio del libro de Apocalipsis durante el primer semestre del año 2011,

 

Hermano Carlos, entonces, la bestia:

 

¿Quién es? ¿Un monstruo que aparecerá en el tiempo del fin? ¿El hijo encarnado de Satán? ¿El anticristo? ¿Cuál es su marca o en qué consiste? ¿La misma que nos es enseñada en las producciones de Hollywood, el 666 marcado a manera de mancha en el cuerpecito de un hermoso bebé que luego se transforma en un terrible monstruo de maldad?

 

Gracias por tan importante inquietud, veamos que nos dice la Palabra de Dios a este respecto:

 

Contario a la creencia religiosa popular, lo menos que contiene el libro de Apocalipsis o de Revelación, son elementos escatológicos o relacionados con el tiempo del fin, en lugar de ello, principalmente en su extensión, dicha revelación indicó lo por sucederse, ya de hecho cumplido en el que sería el futuro inmediato de la iglesia primitiva perseguida y atribulada por el poder opresivo romano entonces dominante, notemos lo dicho en la introducción misma del libro al señalar lo que a continuación habría de anunciar: LAS COSAS QUE DEBEN SUCEDER PRONTO (1:1), indicando con ello un tiempo evidentemente cercano al de su escritura (1:3).

 

¿Un monstruo de maldad?

 

Pues bien, por sus obras malvadas en perjuicio de Dios y de sus fieles de entonces (Apocalipsis 13:6, 7,17), desde luego identificamos su accionar como en definitiva monstruoso, sin ser la bestia misma físicamente deforme y repugnante a los ojos a la imagen de las imaginativas especulaciones religiosas y de las producciones cinematográficas con ellas.

 

¿Qué hará su aparición en el tiempo del fin?

 

No, como ya he indicado, el libro hace referencia a las cosas que debían suceder pronto (Apocalipsis 1:1-3), y el texto mismo en mención, Apocalipsis 13, le señala como ya entonces presente en el contexto histórico de la persecución romana sobre la iglesia de Cristo.

 

¿El hijo encarnado de Satán?


No en el mismo sentido literal o al pie de la letra que sugieren algunos religiosos y las producciones cinematográficas, sino alguien que hacía las obras mismas del Diablo al dar muerte a los fieles hijos de Dios a través de su ejército (Juan 8:44; Apocalipsis 13:11,12; 6:9-11; 11:7-9).

 

Finalmente, ¿quién era la bestia?

 

Tengamos presente que el texto nos hace mención de dos bestias, la primera en los versículos del 1 al 10, y la segunda en los siguientes a partir del versículo 11.


Entonces, ¿cuál es la primera bestia y cuál es la segunda?

 

La primera bestia hace referencia al emperador romano, a quien dentro de la religión politeísta del imperio se consideraba un dios digno de adoración (Apocalipsis 13:15).

 

La segunda bestia hace relación al ejército del emperador que forzaba la adoración de este por parte de todos los residentes de mundo bajo su dominación al inclinarse ante la imagen que de sí había sido exhibida para ser venerada en las principales ciudades del imperio, ella ejercía toda la autoridad que le había sido concedida por la primera al exigir que se adorase a su “dios” el “divino” emperador (Apocalipsis 13:11-17).

 

¿Quién le dio su poder a la bestia?

 

Satanás simbólicamente identificado en el libro como el dragón (Apocalipsis 13:2,4).

 

¿En qué consistía su marca?


No sabemos exactamente, solo que esta era puesta no literalmente o al pie de la letra en la mano derecha o en la frente de sus adoradores, es decir que a quienes adoraban al emperador como a dios, se les concedía una marca distintiva visible y exigible que les identificaba como a sus leales (Apocalipsis 13:8, 16,17), en tanto que a los fieles hijos de Dios, los no adoradores de la bestia, no les era puesta tal señal por ser considerados rebeldes al Cesar a quien no adoraban por su dedicación exclusiva al Señor; el no poseer dicha marca equivalía entonces al vivir hoy en la ilegalidad como un indocumentado sin la posibilidad de poder desenvolverse en libertad para negociar o realizar las actividades comerciales que necesariamente hacemos al comprar o al vender alimentos, inmuebles, o mercancías (Apocalipsis 13:17).

 

¿Es la bestia el anticristo monstruoso que vendrá en el tiempo del fin?

 

No, la Palabra de Dios no hace mención de tal monstruo de terror, ni es usado este calificativo para la bestia en el contexto del Apocalipsis, aunque obviamente la bestia era contraria a Cristo, pero en otro sentido.

 

Las menciones bíblicas respecto al anticristo las hallamos en I de Juan 2: 18,22; 4:3 y en II de Juan 1:7, siempre dentro del contexto de dichas epístolas en el cual el apóstol Juan refuta o contradice la falsa doctrina o enseñanza gnóstica que negaba la encarnación de Cristo en un cuerpo físico real, notemos lo que dice el escritor en este sentido:

 

“Y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (I de Juan 4:3).


“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (II de Juan 1:7).

 

No debemos confundir o mezclar los contextos, al decir el apóstol Juan, el espíritu del anticristo, apuntaba a una actitud contraria o de oposición a Cristo negando su real encarnación y en absoluto es una referencia a la bestia de Apocalipsis trece, son dos contextos y dos situaciones distintas.

 

Adicionalmente, notemos que este espíritu o actitud de oposición al Cristo negando su real encarnación ya estaba en el mundo cuando Juan escribió acerca de él en su refutación y en defensa de la fe en nuestro Salvador (I de Juan 2:18-22; 4:3).

 

El anticristo, entonces, ya estaba en el mundo negando con su enseñanza la real encarnación del Señor, igual hoy, cualquiera que niegue dicha encarnación tiene consigo el espíritu o la actitud de oposición y negación del anticristo.

 

¿Por qué número de hombre? (Apocalipsis 13:18).

 

Bien, en contraste con el número siete como el número simbólico de Dios, el versículo 18 nos indica que es el seis el número simbólico del hombre, señalando la humanidad de un hombre, el emperador pretendiendo ser Dios.

 

¿Por qué seiscientos sesenta y seis o la triple repetición del número seis?

 

Puesto que en el griego, idioma del cual es traducido el texto al castellano, no existe el recurso literario del superlativo directo, por lo cual en este se recurre a la triple repetición para hacer el énfasis que en español haríamos de manera directa al expresar por ejemplo que el Señor nuestro Dios es Santísimo, en tanto que en el idioma griego este énfasis se haría mediante la triple repetición como observamos en Apocalipsis 4: 8, versículo en el cual se nos dice que Dios es santo, santo, santo, ahora, al decirnos Apocalipsis 13:18 que el número de la bestia es seiscientos sesenta y seis, el énfasis está en la humanidad del emperador, la bestia no digna de adoración por ser humana, humana, humana.

 

Después de la segunda venida del Señor para el juicio final, el único y último hecho pendiente por ser cumplido de los anunciados en el libro, vemos a la bestia y al dragón mismo o Satanás, siendo finalmente arrojados al infierno o al lago de fuego (Apocalipsis 20:10).

 

Bendiciones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿MILAGROS? ¿OBRAN SANIDADES MILAGROSAS LOS HOMBRES HOY?


Una respuesta.

Por:

Carlos Ardila

 

¿Milagros? ¿Obran Sanidades Milagrosas Los Hombres Hoy? ¿Qué es esto que vemos como una práctica regular en los cultos de sanidades? Una Respuesta

 

Gracias por tan importante pregunta, misma que suscita gran interés a la vez que debate en círculos religiosos, y que requiere de una respuesta que vaya más allá de un tan solo sí o no, veamos:


En comienzo, a tal cuestión de manera tan enfática como directa, la respuesta es NO, absoluta, definitivamente NO.

 

_ ¡Oh, qué dice!_

 

Seguramente exclamarán algunos bien intencionados y honestos creyentes, preguntando; ahora, ¿qué no nos dice la Biblia, que fueron tantísimos los milagros obrados por el Señor, sus apóstoles, los profetas antes de ellos, e inclusive por Dios mismo a través de algunos otros individuos más dotados por Él para ello? Pregunta a la que bien debemos responder: Por supuesto que sí ante la fuerza misma de la evidencia bíblica a este respecto.

 

Volvamos a los términos de la pregunta inicial, ¿obran sanidades milagrosas los hombres hoy? Si bien en el pasado fueron obradas muchas señales milagrosas por Jesús y sus apóstoles, no puede ser afirmado que efectivamente hoy hombre alguno esté dotado por Dios para obrar sanidades milagrosas, de hecho, no están en vigencia hoy los dones sobrenaturales temporales del Espíritu dados por Dios a algunos individuos a fin de a través de tales obras confirmar la palabra por ellos hablada como proveniente de Él (Hebreos 2:4; Marcos 16:20).

 

Espere un momento, quizás dirá alguien, ¿está usted diciendo que no obra el Señor milagros hoy? A lo que, por supuesto, enfáticamente he de responder NO ES TAL COSA LA QUE ESTOY AFIRMANDO, más bien, con base en las Escrituras, sostengo que Dios obra sanidades, siempre que las quiera realizar en todo tiempo; sin embargo, en el tiempo presente Él no las obra a través de individuos imponiendo sus manos sobre otros, sino en respuesta a las oraciones de fe que le sean dirigidas, no solo por los enfermos mismos, sino además en respuesta las oraciones de fe de terceros.

 

Para explicar de manera más detallada esta cuestión, concentrémonos en el propósito, así como en la vigencia o la duración de los dones milagrosos sobrenaturales concedidos por el Espíritu Santo a algunos individuos durante el trascurso de primer siglo, veamos:

 

En primer lugar, ¿cuál fue el propósito de los milagros realizados no solo por el Señor, sino posteriormente por sus apóstoles y otros individuos dotados por el Espíritu?

 

Pregunta a la que debemos responder: Confirmar la Palabra a fin de hacer surgir fe en los incrédulos a través de las evidencias del poder de Dios por medio del cual ellos hablaban (Juan 3:2; 5:36; 10:25,26, 37,38; Hebreos 2:4; Marcos 16:20). Fue el Señor Jesús mismo quien en respuesta al inquieto Juan el Bautista, entonces prisionero, respondió al serle enviados por este, mensajeros a Él, preguntándole: «¿Eres tú el que ha de venir (el Mesías), o esperamos a otro? Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio. Y bienaventurado es el que no se escandaliza de mí» (Lucas 7:19-23). En este orden, el Señor estaba diciendo a Juan, las obras del Mesías son justamente las que estoy haciendo, antes tales evidencias, el pueblo bien debería reconocerle a Él como al Mesías esperado, de hecho, al dar inicio a su ministerio, fue el Señor quien afirmó respecto de sí mismo y de las obras por medio de las cuales habría de ser identificado como el Cristo citando al profeta Isaías:

 

«Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo[a] entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor.

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros» (Lucas 4:16-21).

 

Respecto a la vigencia o a la duración de los dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu Santo, fue el apóstol Pablo quien dijo:


«El amor nunca deja de ser; pero si hay dones de profecía, se acabarán; si hay lenguas, cesarán; si hay conocimiento, se acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; pero cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará» (I de Corintios 13:8-10).

 

Detengámonos por un momento, en estas palabras, ¿había entonces dones milagrosos o sobrenaturales de Espíritu Santo en la Iglesia, incluido el don de sanidad? Por supuesto que sí, ¿cesarían tales dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu Santo en el futuro? Naturalmente que sí, el texto mismo lo dice, ¿qué era lo que en parte conocían y en parte profetizaban los apóstoles? Ya antes habían recibido Palabra del Señor, más aún entonces continuaban recibiendo revelaciones suyas hasta que fuese concluida tal revelación para la escritura completa del texto del Nuevo Testamento como el legado del conocimiento y de la voluntad de Dios para nosotros, ¿qué es entonces lo perfecto a lo que se refiere el apóstol Pablo, aquello que al llegar daría término a la vigencia de los dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu? La revelación completa del texto del Nuevo Testamento; ahora, muchos sostienen que lo perfecto a lo cual el apóstol Pablo se refería entonces, es el Señor mismo y que, por tanto, los dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu Santo concedidos por Dios a algunos individuos solo cesarán en su venida, ante lo cual es necesario precisar que el artículo neutro lo usado en el texto en cuestión hace referencia a un algo en lugar de a un alguien, es decir, se refiere a un algo en vez de a una persona en particular.

 

Puesto que en el tiempo presente contamos con la revelación completa de Dios para nosotros en el texto del Nuevo Testamento ya concluido y que el propósito de los milagros realizados tanto por el Señor como por sus apóstoles fue el de confirmar la autenticidad de la Palabra y del poder por medio del cual ellos hablaban (Juan 3:2; 5:36; 10:25,26, 37,38; Hebreos 2:4; Marcos 16:20), no requerimos los cristianos de más evidencias respecto de la divinidad del Señor que las que ya los testigos presenciales de su obra redentora nos han aportado a través de las Escrituras, a este respecto fue el apóstol Juan quien nos dijo:

 

«Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que, al creer, tengáis vida en su nombre» (Juan 20:30,31).

 

Bien, algunos dirán: ¿Duda usted de las Escrituras, las niega o las ignora? No dicen ellas en Marcos 16:17 y 18, lo siguiente:


«Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes; y si beben algo venenoso, no les hará daño; además pondrán las manos sobre los enfermos, y estos sanarán» (Marcos 16: 17,18).

 

Pregunta o insinuación a la que enfáticamente una vez más digo NO, analicemos detenidamente el pasaje aplicando una norma elemental de interpretación para preguntarnos ¿quién habla en este pasaje? Evidentemente, el Señor Jesús resucitado, ahora, ¿a quién habla en el texto el Señor? A los once, es decir, a sus apóstoles, entre los que ya no estaba Judas Iscariote, note lo expresado por los versículos 14,19 y 20 del mismo capítulo: Más tarde, Jesús se apareció a los once. Después de hablarles, el Señor Jesús fue levantado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron a anunciar el mensaje por todas partes; y el Señor los ayudaba, y confirmaba el mensaje, acompañándolo con señales milagrosas.

 

Una vez más notemos lo que dice el texto: Jesús habló a los once (versículo 14) les informó de las señales que seguirían a los que creyeran en su nombre (versículos 17,18), aún se refiere a sus apóstoles, recuérdese que les acababa de reprender por su incredulidad al no creer a la palabra de quienes les dijeron que el Señor había resucitado (Versículo 14), les comisionó a predicar el evangelio (versículo 16), el Señor fue levantado al cielo (versículo 19), y ELLOS, LOS ONCE salieron a anunciar el mensaje acompañándoles el Señor con señales milagrosas que confirmaban sus palabras.

 

Perfecto dirá alguien, absolutamente de acuerdo con lo anterior respecto a Marcos 16:14 – 20, pero ¿No impusieron los apóstoles las manos a otros individuos para dotarles de tales dones milagrosos sobrenaturales? Pregunta a la cual por supuesto he de responder sí; sin embargo, notemos lo siguiente remitiéndonos al testimonio de las Escrituras en libro de los Hechos de los apóstoles 8:9-25 para analizar de que manera funcionaba tal imposición de las manos para la transmisión de los dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu.

 

¿Qué tenemos en el texto? Había en Samaria un hombre de nombre Simón, antes mago, quien creyó al testimonio de Felipe respecto del Señor y fue bautizado, este impresionado por las señales milagrosas que observaba, quiso comprar por dinero a Pedro el poder del Espíritu Santo, actitud tal ante la cual por supuesto fue reprendido por el apóstol, ahora, ¿cuál fue la razón por la cual Simón se dirigió al apóstol Pedro en vez de a Felipe para tratar de comprar los dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu Santo? Cuestión a la que bien he de responder: Según el testimonio de las Escrituras, tal poder solo podía ser impartido por los apóstoles del Señor y no así por quienes habían recibido de ellos la imposición de las manos apostólicas, de manera tal que la transmisión de dichos dones no ha perdurado como una gran cadena en el tiempo, sino que cesó con la muerte del último de los apóstoles del Señor.

 

Entonces, ¿qué es lo que vemos como una práctica regular en los cultos de sanidades realizados de manera frecuente en algunos círculos religiosos? ¿Algo del Señor? ¿Un engaño? ¿A manera de grandes espectáculos, unas farsas comerciales en la intención de estafar a los creyentes? Pregunta ante la cual he de decir no ser quién para juzgar las intenciones del corazón del hombre; ahora que, respecto a tal cuestión, por supuesto, he de señalar jamás haber sabido de milagros o de sanidades exitosas “reales” más allá de las simples migrañas y de las patologías del tipo sicosomático, obradas mediante la activación por autosugestión de los poderes curativos naturales del organismo humano al asistir a tales eventos.

 

A fin de ayudarle a obtener sus propias conclusiones sobre este particular, en lugar de ser yo quien juzgue sobre la honestidad de quienes seguramente en la mayoría de los casos piensan de corazón limpio aunque equivocado, estar en la posesión de dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu, le recomiendo considerar lo siguiente comparándolo con lo que observa en un cierto sector del mundo religioso actual:

 

1. Las sanidades en quienes fueron tratados por el Señor o sus apóstoles fueron instantáneas (Mateo 8:3,15; 9:27-30; 10:52).

 

2. En los milagros realizados por el Señor y sus apóstoles no siempre fue necesaria la fe de la persona que fue sanada, sino que actúo la fe de un tercero; ante el fracaso al intentar sanar enfermedades tan graves como reales, individuos que pretenden, seguramente bien intencionadamente poseer dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu dicen estar imposibilitados para obrar un milagro por ser incrédulo el enfermo o por estar presentes los incrédulos o escépticos en medio del culto de sanidad (Juan 5:13).

 

3. Algunos de los sanados ni siquiera estaban presentes, para los cultos de sanidades hoy es precisada la presencia de los enfermos (Mateo 8:5-13).

 

4. Algunos de los milagros realizados por el Señor y sus apóstoles fueron practicados sobre personas conocidas e identificadas por el pueblo como enfermos graves, reales reconocidos en lugar de ser, como suele suceder en los cultos de sanidades modernas, personajes anónimos venidos desde miles de kilómetros de distancia y desconocidos de todos los presentes (Juan 9:1-34; Hechos 3:16).

 

5. El Señor Jesús y sus apóstoles realizaron resurrecciones públicas, los personajes resucitados eran reconocidos por el pueblo; si hoy poseyesen algunos individuos dones milagrosos del Espíritu, ¿no realizarían tales acciones? (Juan 11:38-44; Hechos 9:36-42; 20:9,10).

 

6. ¿Podrían beber algo mortífero los individuos que aseguran poseer dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu? ¿Tomarían serpientes venenosas en sus manos y se expondrían a sus mordeduras? (Marcos 16:17,18). ¡No deberíamos tentar al Señor, responden estos individuos ante tal observación!

 

7. Muchos escépticos e irónicos opositores de la verdad se hacen presentes en los servicios religiosos e inclusive actúan de manera desconsiderada interrumpiendo las disertaciones de los predicadores, si poseyesen ellos dones milagrosos o sobrenaturales de Espíritu ¿podrían herir de ceguera o castigar de alguna forma a quienes asumen tal actitud? (Hechos 13:6-12).

 

8. Sin ser la siguiente una infame ironía, piense usted por un momento: Existiendo tanto dolor como el que existe en el mundo a causa de la enfermedad y de la muerte, ¿por qué en lugar de convocar a las gentes a cultos de sanidades y de milagros, los supuestos poseedores de tan extraordinarios dones no van a los sanatorios y a las funerarias para sanar y resucitar a las gentes? ¿Convocaba el Señor a las gentes a cultos de sanidades? ¿Qué más bien no actuaba de manera espontánea y misericordiosa con los enfermos que hallaba en su camino, sin que estos siquiera le pidieran ser sanados? (Juan 5:5-9).

 

En síntesis, Dios si obra milagros hoy, lo hace cada día de manera poderosa y generosa en respuesta a la oración de fe de los creyentes en favor de sí mismos o de terceros, los dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu Santo fueron por supuesto reales aunque temporales y tenían por objeto crear fe en los incrédulos a la vez que eran el medio a través del cual Dios confirmaba la Palabra hablada por sus ministros, en el tiempo presente, algunos individuos seguramente bien intencionados y honestos, aunque equivocados, pretender poseer dones milagrosos o sobrenaturales del Espíritu; no obstante, la evidencia misma de sus fracasos claramente demuestra no ser esta más que tan solo una falsa pretensión.

 

 

 

¿QUIÉN ES REALMENTE LA VIRGEN MARÍA?


Una respuesta.

Por:

Carlos Ardila.

 

Durante los días siete y ocho de diciembre, los católicos rinden honor especial a la virgen María, ¿quisiera saber si dicho homenaje ha sido ordenado por Dios? ¿Dice la Biblia algo acerca de ello?

 

Gracias por su amable pregunta, ahora me permito informarle que a este respecto no dice ni ordena absolutamente nada la Palabra de Dios, es así que ni este, ni cualquiera otro de los se le rinden a ella, posee base bíblica alguna.

 

A fin de darle una más clara información acerca de la virgen María, a continuación pongo a su disposición el siguiente estudio bosquejado:

 

¿Y Quién Es Realmente la Virgen María?

 

¿Qué Dice la Biblia Acerca de Ella?

 

Muy bien, en primer lugar considero conveniente señalar que es lo que en realidad no dice la Biblia acerca la virgen María y posteriormente que es aquello que sí dice esta con relación a ella:

 

A. ¿Qué es lo que la Biblia no enseña respecto a la Virgen María?

 

1. Que sea digna de adoración: Por tanto, ni su persona ni su representación en imágenes debe ser adorada, consideremos lo que enseñan los siguientes pasajes con relación a la adoración:

 

a. "Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es" (Éxodo 34:14).

 

b. "Guardaos, no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido. Porque Jehová, tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso. Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompiereis, e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos de Jehová vuestro Dios, para enojarlo" (Deuteronomio 4:23-25).

 

d. "No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová, tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen" (Éxodo 20:3-5).

 

e. "Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas" (Isaías 42:8).

 

1. Solo Dios debe ser Adorado:

 

a. "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas" (Deuteronomio 6:4,5).

 

b. Jesús mismo lo afirmó al citar el pasaje anterior: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: "Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento" (Marcos 12:29,30).

 

2. Que sea Salvadora:

 

a. María misma reconoció su necesidad de ser salva: Entonces María dijo: "Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán dichosa todas las generaciones" (Lucas 1:46-48).

 

b. Solo Dios Padre e Hijo nos hacen Salvos, Jesucristo es el Salvador enviado por el Padre: "Yo, yo Jehová, y fuera de mí, no hay quien salve" (Isaías 43:11). "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12).

 

3. Que sea Mediadora: "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (I de Timoteo 2:5).

 

a. Se nos ha señalado solo un único camino al Padre, Jesucristo: "Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).

 

4. Que permaneció por siempre virgen: Además de Jesús, ella posteriormente fue bendecida por Dios con otros hijos e hijas. "¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus hermanas? Y se escandalizaban de él" (Marcos 6:3).

 

B. ¿Qué es lo que la Biblia sí Dice Acerca de la Virgen María?

 

1. Que concibió a Jesús por obra y gracia del Espíritu Santo: "Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser, que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1:30,31, 35).

 

2. Que fue una mujer humilde y obediente al Señor: "Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia" (Lucas 1:38).

 

C. Es la Biblia la única fuente veraz y confiable de la autoridad divina, en lugar de a las doctrinas y a las tradiciones humanas, es a Dios y a su Palabra, a quienes debemos estar sujetos, solo Él a través de ella nos puede enseñar con precisión como es que deberemos actuar para honrarle.

 

1. "Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (II de Pedro 1:21). "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (II de Timoteo 3:16,17).

 

2. Por tanto, no pensemos ni vayamos más allá de lo en ella escrito: Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros (I de Corintios 4:6).

 

3. Limitemos nuestro hablar a las sanas palabras de Dios: "Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén" (I de Pedro 4:11).

 

 

 

 

 

LOS LIBROS APÓCRIFOS


Una respuesta.

Por:

Carlos Ardila.

 

A. Los libros apócrifos (Del lat. apocry̆phus, oculto), comprenden la colección de escritos no inspirados producidos durante el transcurso de los dos siglos que antecedieron a la venida del Señor y al siguiente siglo posterior a esta y que circularon entre las comunidades judías y cristianas de entonces, algunos de ellos nos son útiles al fin específico de conocer el contexto histórico como el marco dentro del que se sucedieron los hechos que nos son presentados en el Nuevo Testamento, los libros apócrifos se clasifican en los apócrifos deuterocanónicos y los apócrifos pseudopígrafos o seudoepigráficos.

 

1. Los libros apócrifos deuterocanónicos: Una colección de escritos no inspirados y de dudosa procedencia, ahora, por el término deuterocanónicos entendemos segundo canon, segunda lista o el canon de los hombres, estos libros fueron incluidos en la Septuaginta (LXX) o la versión de los setenta producidas en Alejandría en el siglo tercero a.C. como una traducción al koiné de las Escrituras hebreas, la siguiente es la lista de ellos: Judith, Tobit, Baruc, Sirac (o Eclesiástico), la Sabiduría de Salomón, I y II de Macabeos, los dos libros adicionales de Esdras, los anexos al libro de Ester, los anexos al libro de Daniel, y la Oración de Manases; de la anterior lista, en la Vulgata Latina del siglo cuarto, fueron excluidos los dos libros adicionales de Esdras y la Oración de Manasés, con lo cual está se redujo a doce en las versiones católicas en las cuales cinco de estos escritos han sido anexados como parte de otros, así: La Epístola de Jeremías se encuentra anexa a Baruc; los Suplementos a Ester se incluyen en el libro del mismo nombre; en tanto que El Canto de los Tres Jóvenes, La Historia de Susana y Bel y el Dragón fueron intercaladamente anexos en el libro de Daniel.

 

Ahora, como obras, libros o escritos apócrifos deuterocanónicos completos, son siete los incluidos en las versiones católicas, los cuales nos figuran en las nuestras por carecer del debido reconocimiento canónico, son estos: Judit, Tobías, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, y I y II Macabeos, algunos de los cuales poseen un cierto valor histórico, pues, a través de sus reseñas respecto a sucesos, así como a las creencias, las supersticiones, las costumbres y a las prácticas religiosas en los tiempos cercanos a la redacción del Nuevo Testamento, amplían nuestro panorama con información anterior a su escritura.

 

2. Los libros apócrifos seudoepigráficos: (Del griego pseudepigraphos, “falsamente atribuidos') Son una colección de escritos igualmente apócrifos atribuidos de manera seudónima a personajes prominentes, los siguientes son los pseudopígrafos o los escritos falsamente atribuidos a algunos de los personajes del Antiguo Testamento:

 

  • El Libro de Enoc.
  • Los Secretos de Enoc.
  • La Ascensión de Isaías.
  • El Apocalipsis de Sofonías.
  • El Apocalipsis de Esdras.
  • El Testamento de Adán.
  • El Apocalipsis de Baruc.
  • La Asunción de Moisés.
  • El Testamento de los Doce Patriarcas.

 

1. Los siguientes son algunos de los pseudopígrafos o los escritos falsamente atribuidos a algunos de los personajes prominentes del Nuevo Testamento:

 

  • El Evangelio de Santiago.
  • El Evangelio de Pablo.
  • El Evangelio de Pedro.
  • El Evangelio de Nicodemo.
  • El Evangelio de los Hebreos.
  • El Evangelio del Nacimiento de María.
  • Hechos de Juan.
  • Hechos de Pedro.
  • Hechos de Andrés.
  • Hechos de Tomás.
  • La Historia de José.
  • Epístola de los Apóstoles.
  • El Apocalipsis de Pedro.
  • El Apocalipsis de Pablo.

 

B. La siguiente es la lista de los libros canónicos, para mayor información acerca del canon de la Biblia puede consultar la Biblia en el menú de esta misma página.


  • Los libros de la ley o el Pentateuco (5):

 

1. Génesis.

2. Éxodo.

3. Levítico.

4. Números.

5. Deuteronomio.

 

  • Libros Históricos (12):

 

6. Josué.

7. Jueces.

8. Rut.

9. I de Samuel.

10. II de Samuel.

11. I de Reyes.

12. II de Reyes.

13. I de Crónicas.

14. II de Crónicas.

15. Esdras.

16. Nehemías.

17. Ester.

 

  • Libros de Sabiduría y Poesía (5):

 

18. Job.

19. Salmos.

20. Proverbios.

21. Eclesiastés.

22. Cantares.

 

  • Los Profetas Mayores (5):

 

23. Isaías.

24. Jeremías.

25. Lamentaciones.

26. Ezequiel.

27. Daniel.

 

  • Los Profetas Menores (12):

 

28. Oseas.

29. Joel.

30. Amós.

31. Abdías.

32. Jonás.

33. Miqueas.

34. Nahum.

35. Habacuc.

36. Sofonías.

37. Hageo.

38. Zacarías.

39. Malaquías.

 

  • Los Evangelios (4):

 

40. Mateo.

41. Marcos.

42. Lucas.

43. Juan.

 

  • Historia de la Iglesia (1):

 

44. Hechos.

 

  • Las Cartas Paulinas (13):

 

45. Romanos.

46. I de Corintios.

47. II de Corintios.

48. Gálatas.

49. Efesios.

50. Filipenses.

51. Colosenses.

52. I de Tesalonicenses.

53. II de Tesalonicenses.

54. I de Timoteo.

55. II de Timoteo.

56. Tito.

57. Filemón.

 

  • Otras Cartas (8):

 

58. Hebreos.

59. 59 Santiago.

60. I de Pedro.

61. II de Pedro.

62. I de Juan.

63. II de Juan.

64. III de Juan.

65. Judas.

 

  • Profecía (1):


66. Apocalipsis.

 

 

 

LOS PADRES APOSTÓLICOS


 ¿Quiénes fueron los padres apostólicos y por qué se les llamó así?

Una respuesta.

Por:

Carlos Ardila.

 

Bien, a este respecto a continuación una muy breve respuesta:

 

Los Padres Apostólicos

 

Por estos nos referimos a los autores cristianos de la generación posterior a la de los apóstoles, quiénes escribieron después de la redacción del Nuevo Testamento, cuya obra reviste gran importancia por su proximidad cronológica tanto a la era como al contenido de doctrina apostólica, sus escritos nos documentan el pensar y el sentir de las comunidades cristianas primitivas, sin pretender ser exposiciones sistemáticas de los postulados cristianos presentan mensajes cortos y puntuales de carácter moral, disciplinario y cultural más que dogmático, aunque, sin embargo, muy ajustados al pensamiento neo testamentario.

 

Los siguientes son algunos de los escritos más reconocidos de entre la obra de los Padres Apostólicos:

 

  • Carta a los Corintios de Clemente de Roma.
  • Cartas de Ignacio de Antioquia.
  • Carta de Policarpo a los Filipenses.
  • Didajé o Doctrina de los Apóstoles.
  • El Pastor de Hermas.
  • Epístola de Bernabé.
  • Epístola a Diogneto.
  • Fragmentos de Papías.
  • Martirio de Policarpo.
  • Reliquias del Anciano conservadas por Ireneo-
  •  

 

Bendiciones.

 

LOS PROFETAS ¿QUIÉNES ERAN ELLOS?


Por:

Carlos Ardila


I. Los Profetas:

 

El Significado de la Palabra Profeta:

 

A. Con base en el entendimiento del pueblo de Israel respecto a la significación del término profeta (de origen griego, "profetes"), bien podemos señalar que mediante el uso de tal expresión fueron por los israelitas identificados aquellos individuos que por la voluntad, la elección y la dotación divina estaban en la capacidad de poder anticipar y declarar al pueblo su futuro, a la vez que eran para este portavoces del mensaje del Señor (Deuteronomio 18:14, 15-19).

 

II. Los Términos Empleados con Relación a los Profetas:

 

A. Los siguientes son los términos sinónimos entre sí empleados en la Palabra de Dios con relación a la persona y a la descripción del papel del profeta (I de Samuel 9:6-19; II de Samuel 24,11; I de Crónicas 21:9; 29: 29; II de Crónicas 29:25).

 

1. Hombre de Dios (´ísh 'elohím) (I de Samuel 9:6-9).

 

Término muy frecuentemente usado de manera especial en los libros de los Reyes en los cuales se registra 55 veces para referirse a varones de Dios muy reconocidos como fueron: Elíseo, Elías, Moisés, Samuel y David; sin embargo, también empleado en referencia a personajes más anónimos tales como: El profeta que censurará a Elí (I de Samuel 2:27), el profeta del sur que denunciara a Jeroboam I (I de Reyes 13), a más de otros individuos igualmente anónimos (I de Reyes 20: 28; II de Crónicas 25:7.9).

 

2. Vidente (ro´eh). (I de Samuel 9:9, 11, 18,19).

 

Un término proveniente del verbo hebreo (har) el cual en su sentido más simple significa ver; pero que eventualmente ha sido usado de manera metafórica en el A.T., para significar percibir o comprender especialmente la Palabra de Dios (Deuteronomio 29:4).

 

3. Visionario (hozeh) (I de Cónicas 21:9; 29:29).

 

Término usado 16 veces, diez de las cuales en los libros de las Crónicas, lo que ha reducido así su uso a tan solo seis casos en el Antiguo Testamento, siendo Gad el personaje al cual más veces le fue aplicado (II de Samuel 24:11; I de Crónicas 21:9; 29:29; II de Crónicas 29:25).

 

Si bien nos resulta interesante notar que al profeta Gad se le identificó como el vidente o el visionario de Rey (II de Samuel 24:11), no por ello necesariamente siempre el visionario fue considerado como un funcionario al servicio de la casa real y muy por el contrario en algunas oportunidades el término fue usado de manera displicente y negativa (Amos 7:12; Miqueas 3:5-7); Sin embargo, pese a las menciones negativas, bien prevalece en el uso del término el sentido positivo (Isaías 29:10).

 

4. Profeta (nabî´) (I de Samuel 9:9). El término más frecuentemente usado con 315 menciones especialmente desde los finales del siglo VII y durante el transcurso del VI.

 

III. Las Características Personales de los Profetas:

 

A. Los profetas se caracterizaron por la posesión de las siguientes cualidades especiales:

 

1. Ellos fueron hombres de Dios: (I de Samuel 9.10).

 

2. Conocían a Dios de manera íntima y personal e inclusive desde antes del inicio de su labor profética ya habían sido elegidos por Él (Jeremías 1:5; Isaías 6.1).

 

3. Poseían un carácter tal que por amor estuvieron dispuestos a comunicar el mensaje de Dios pese al riesgo y a las consecuencias personales que ello pudiera implicar para sus vidas (Jeremías 15:15,16).

 

4. Sentían y se identificaban de manera personal con las necesidades espirituales del pueblo por lo cual asumieron oportunamente su papel en cada unos de los momentos históricos en los cuales debieron desarrollar sus ministerios (Isaías 6:8).

 

5. Se caracterizaron por ser hombres disciplinados en los siguientes aspectos:

 

a. El Ético: Observaron una conducta moral personal generalmente muy diferente de la del resto de sus contemporáneos.

 

b. El Espiritual: Perseveraban en la oración a fin de poder conocer, entender y comunicar bien la Palabra de Dios (Jeremías 42:4-7).

 

c. El Intelectual: Los profetas estaban a su vez informados acerca de la obra de otros quienes al igual que ellos se desempeñaron en el ministerio profético, un claro ejemplo de ello bien puede ser observado en Miqueas 6:8, pasaje en el cual el profeta menciona a la vez que se identifica con lo dicho por Oseas, Amos e Isaías, sus hermanos profetas.

 

6. Fueron hombres de fe: Visionaban el futuro de una manera segura basados en las fieles promesas del Señor, un muy claro ejemplo de dicho optimismo es observado en la vida del profeta Jeremías, quien pese a las circunstancias adversas del cautiverio en el que vivía su pueblo y esperanzado en su futura restauración, compró un terreno en el territorio en el cual gobernaban sus enemigos (Jeremías 32: 1-44).

 

IV. El Mensaje y el Éxito de los Profetas:

 

 A. Básicamente este consistió en la comunicación de la Palabra de Dios al pueblo al cual estos fueron enviados como portavoces del Señor, el ministerio de los profetas incluyó mensajes de aliento, exhortación, arrepentimiento, juicio y restauración, así como el anuncio de la venida del Mesías, nuestro salvador.

 

B. En este orden, el mensaje de los profetas se caracterizó por:

 

1. Tratar de conducir al pueblo hacia una relación personal con el Señor.

 

2. El conocimiento y el uso de las revelaciones anteriores de Dios a sus ancestros y a los profetas que les precedieron en el ministerio.

 

3. Por su confianza en la capacidad del pueblo para poder comprender el mensaje que ellos a su vez le comunicaban como portavoces del Señor.

 

C. El Mensaje exitoso de los profetas: Su visión acerca de este no fue el de la medida o los estándares socioeconómicos humanos, su noción del éxito verdadero consistió en el vivir siendo fieles a la voluntad del Señor, se esforzaron en ser reconocidos por Dios en lugar de ser honrados por los hombres.

 

1. Salvo contadas excepciones, generalmente no fueron reconocidos en vida por sus hermanos, algunas de estas excepciones fueron las de Elías en su victoria sobre los profetas de Baal (I de Reyes 18:20-40), la de Miqueas en los días de Jeremías (Jeremías 26:16-19), y la de Jeremías mismo hacia finales de su servicio profético (Jeremías cap. 42).

 

V. Los Falsos Profetas:

 

A. Así como la Palabra de Dios nos da cuenta de los profetas inspirados y legítimamente comisionados por el Señor al fin básico de comunicar al pueblo su revelada voluntad, también nos habla acerca de los falsos profetas, es decir, de individuos que tuvieron la pretensión ilegítima de haber estado hablando de parte de Dios.

 

B. Tales profetas, al no ser reconocidos como enviados de Dios, debían morir (Deuteronomio 13:1-5; 18: 18-22).

 

VI. La Clasificación de los Profetas

 

A. Debe ser señalado que aunque reconocidos como tales, no todos los profetas escribieron acerca de sus ministerios, lo cual por supuesto no resta en manera alguna importancia a su labor.

 

B. Los profetas han sido clasificados en dos grupos, el de los profetas mayores y el de los profetas menores, tal clasificación no ha sido basada en la importancia de sus ministerios, sino más bien en la mayor o menor longitud o extensión de sus escritos.

 

Los siguientes son los profetas mayores: Isaías (quien profetizó a Judá), Jeremías (quien profetizó a Judá antes y durante la cautividad de esta en Babilonia), Ezequiel (quien profetizó a los cautivos en Babilonia) y Daniel (quien profetizó a los cautivos en Babilonia).

 

C. Los siguientes son los profetas menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, los cuales se sitúan durante el periodo de la dominación asiria (750- 612 a.C.), Nahum, Habacuc, Sofonías de los que no se puede asegurar con certeza que hayan pertenecido al periodo de la dominación asiria, si bien generalmente a Nahum se le sitúa en dicho periodo en tanto que a Habacuc y a Sofonías se les sitúa en la época de la dominación babilónica (612-539 a.C.), Ageo, Zacarías y Malaquías, situados dentro del periodo de la dominación persa (539-533 a.C.) y a los que a su vez se les agrupa dentro de los llamados profetas post exílicos.

 

VII. La Clasificación de los Profetas Según sus Mensajes:

 

A. A Israel: Amós, Oseas.

 

B. A Nínive: Jonás, Nahum.

 

C. A Babilonia: Daniel.

 

D. A los cautivos en Babilonia: Ezequiel.

 

E. A Edom: Abdías.

 

F. A Judá: Joel, Isaías, Miqueas, Jeremías, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías, Malaquías.

 

VIII. La Clasificación Cronológica de los Profetas:

 

A. A la muerte de Salomón, la nación de Israel se dividió en el reino norteño de Israel y en el Reino Sureño de Judá. Fueron trece los profetas relacionados con la destrucción de la nación de Israel y tres los relacionados con su posterior restauración.

 

B. La destrucción y la cautividad de la nación se dieron en dos diferentes periodos:

 

1. El reino del norteño de Israel cayó en 734-721 a. C. Antes y durante este período fueron los profetas: Joel, Jonás, Amós, Oseas, Isaías y Miqueas.

 

2. El reino de sureño de Judá cayó en 606-586 a. C. En este periodo fueron los profetas: Jeremías, Ezequiel, Daniel, Abdías, Nahum, Habacuc y Sofonías. La posterior restauración de la nación de Israel se dio en 536-444 A. C., durante este periodo fueron los profetas post exílicos: Hageo, Zacarías y Malaquías.

 

C. Las siguientes son las fechas aproximadas en las que se sitúan los profetas:

 

División del Reino (933 a.C).

 

Se da el surgimiento de Asiria como la potencia mundial dominante (Aproximadamente en el año 900 a.C.

 

  • Elías 875-850
  • Eliseo 850-800

 

Jehová Comienza a Reducir el Territorio de Israel (II de Reyes 10:32)

 

  • Joel 840-830.
  • Jonás 790-770.
  • Amós 780-740.
  • Zacarías 748.
  • Oseas 760-720.
  • Isaías 745-695.
  • Miqueas 740-700.


La Cautividad del Norte de Israel (734 a.C.)

 

  • Oseas 730-721.
  • Ezequías 726-697.

 

La Caída del Reino del Norte (721 a.C.)

 

  • Sofonías 639-608.
  • Nahúm 630-610.
  • Jeremías 626-586.

 

La Caída de Asiria (607 a.C)

 

  • Habacuc 606-586.

 

Jerusalén es tomada e incendiada (606-586 El Cautiverio, 606-536 a.C)

 

  • Daniel 606-534.
  • Ezequiel 592-570.

 

La Caída de Babilonia (530 a.C).

 

El Regreso de la Cautividad (536 a.C).

 

  • Hageo 520-516.
  • Zacarías 520-516.

 

La Reconstrucción del Templo (520-516 a.C)

 

  • Esdras 457-430.
  • Nehemías 444-432.
  • Malaquías 450-400.

 

IX. La Idea Central de los Libros de los Profetas

 

A. Las siguientes son las ideas centrales contenidas en el mensaje de cada uno de los libros de los profetas:


  • Joel: La venida de la era del Evangelio; la incorporación de los gentiles al futuro reino.
  • Jonás: El interés de Dios por el hombre, inclusive aún por los asirios enemigos del pueblo de Israel.
  • Amós: La Casa de David, entonces rechazada por Israel, sería en el futuro restaurada para regir sobre toda la tierra.
  • Oseas: Jehová desechado por Israel, un día será reconocido como Dios sobre todas las naciones.
  • Isaías: El futuro glorioso del remanente conservado por Dios.
  • Miqueas: El reinado glorioso del príncipe Mesías que nacería en Belén.
  • Nahum: El juicio inminente de Jehová sobre Nínive, y su destrucción.
  • Sofonías: La futura venida de una nueva relación de Dios con el pueblo restaurado.
  • Jeremías: El pecado, la destrucción, la cautividad y la futura restauración gloriosa de Jerusalén.
  • Ezequiel: La caída y la restauración gloriosa de Jerusalén.
  • Abdías: Edom será destruida a causa de su enemistad en contra del pueblo de Dios.
  • Daniel: Los Cuatro Reinos que precederían al reinado universal y eterno de Dios.
  • Habacuc: La confianza en el triunfo seguro del pueblo de Dios.
  • Hageo: El segundo templo y la gloria de templo futuro.
  • Zacarías: La venida de gran rey, la restauración del templo y el reinado glorioso del Mesías.
  • Malaquías: Una última reprensión al pueblo rebelde y el anuncio de la venida del Mesías.