OPOSICIÓN, AYUDA Y FORTALEZA
Por: Carlos Ardila.
Si deseamos alguna cuestión material que esté a nuestro alcance y nos brinde bienestar y comodidad, si disponemos de los medios económicos para obtenerla, siendo nosotros libres y autónomos para hacer nuestras decisiones, seguramente la podremos adquirir y nadie se nos opondrá.
Ahora, tratándose de alguna conducta que espiritualmente nos afecte y que deseamos dejar, aunque somos libres y autónomos para tratar de suprimirla, hallaremos la oposición de una de nuestras naturalezas, la del hombre carnal, que dentro de nosotros, se niega a desaparecer (Cp. Gálatas 5:16,17; Efesios 4:22-24).
En nosotros, en nuestro corazón, sin excepción, un conflicto permanente se da entre los deseos espirituales, por medio de los cuales anhelamos agradar al Señor, y los apetitos de la carne que eventualmente nos hacen actuar en contra de su voluntad (Cp. Romanos 7:17-20).
Quizás, si es que aún nos has logrado vencer sobre alguna debilidad en particular, hoy te sientas triste y muy decepcionado de ti mismo; sin embargo, aunque todavía no eres la persona que sinceramente deseas ser, seguramente has de haber avanzado mucho, y hoy puedes decir que eres bastante mejor de lo que eras ayer, no te desanimes, sigue adelante, ve paso a paso, y entrégale esa debilidad al Señor, si entiendes la naturaleza de la lucha, aprenderás a ser misericordioso y paciente contigo mismo para no darte por vencido.
El Señor Jesús dijo:
«Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil» (Mateo 26:41).
Si en medio de un determinado ambiente, te sientes vulnerable ante la fuerza de la tentación, sal de allí y órale al Señor, Él te ayudará y fortalecerá.
En Santiago 4:7 leemos:
«Así que humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes».
Oremos:
Nuestro amoroso y todopoderoso Padre Dios, en razón de nuestra fe, venimos hoy ante ti para suplicarte que nos ayudes a vencer la resistencia del hombre viejo que se niega a morir, de nuestra antigua naturaleza carnal que se niega a desaparecer y se opone a nuestro deseo de vivir de acuerdo a tu voluntad, haz, oh, buen Señor, que prevalezca sobre ella la naturaleza espiritual que hemos recibido de ti, y fortalécenos a este fin; en el nombre de Jesús, amén.