DESVALORIZACIÓN
Por: Carlos Ardila.
Una de las estrategias del enemigo para afligirnos, es la de acomplejarnos, haciéndonos sentir inferiores e incapaces, y para ello, él, eventualmente, se vale de las actitudes de superioridad que ante nosotros, asumen algunas personas, sea porque les asiste un enorme grado de maldad, o debido a su propia inseguridad personal.
Ahora, ante el intento de Satanás por desvalorizarnos, él solo podrá lograrlo, si es que se lo permitimos.
El gigante filisteo, blasfemaba el nombre del Señor, e intimidados, ninguno de los hombres del ejército de Israel, liderado por Saúl, se atrevía a enfrentarlo, pero había allí, un joven, quien no solo confiaba en sí mismo, sino además, y en especial, en el poder de Dios, quien le asistiría en la batalla, y en cuyo nombre, decidido salió a enfrentarlo (Cp. I de Samuel 17:1-58), se trataba de David, entonces un joven pastor.
Y como era de esperar, frente a la decidida actitud de David, el enemigo, Satanás, puso en marcha su fallida estrategia de desvalorización en su contra, diciéndole, por medio de Eliab, su hermano mayor, que él era tan solo un pastor, y del propio rey Saúl, quien le dijo que, debido a su juventud e inexperiencia en el combate, él era poca cosa ante aquel gigante paladín experto en la guerra, el cual también lo miró con menosprecio al verlo muchacho; sin embargo, lleno de valor, David, confiando en sí mismo y en el poder de Dios, con rudimentarias armas, lo encaró en su nombre, y le venció.
¡Tú no puedes!, ¡no lo entiendes!, ¡eres demasiado joven!, ¡careces de la experiencia y de la formación!, ¡no te expongas al ridículo!, ¡no seas tan iluso!, ¡esto no es para ti!, ¿te suena familiar? Es la voz del enemigo tratando de apocarte, de hacerte sentir inferior a los demás, ¿se lo permitirás?
Como David, confía en ti mismo, pero primero, y en especial, en el poder del Dios todopoderoso que habita en ti.
La Palabra de Dios nos dice:
«Pero el Señor le dijo a Samuel:
—No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón» (I de Samuel 16:7).
«Con la ayuda de Dios, haremos cosas poderosas,
pues él pisoteará a nuestros enemigos» (Salmo 108:13).
Oremos:
Bendito Dios de amor, gracias por la dignidad de la cual nos has revestido al crearnos a tu imagen y semejanza, agradecemos el inmenso valor que tú nos has atribuido, al punto tal de ofrecer la sangre preciosa de nuestro amado Salvador para redimirnos, haznos humildes como lo fuera el Señor, ayúdanos a pensar con modestia y cordura respecto de nosotros mismos, pero siempre conscientes de nuestro valor, de un modo tal que no permitamos que enemigo nos acompleje y nos desvalorice. En el nombre de Jesús, amén.