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martes, 24 de septiembre de 2024

PROMESAS / DEVOCIONAL

 

PROMESAS

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Son hermosas las promesas de amor, fidelidad, respeto, soporte y contención mutuas que en general se incluyen en los votos matrimoniales recitados por los contrayentes, en las ceremonias de sus bodas, pero es triste observar, que luego, estos compromisos no se cumplen, y que algunas parejas finalmente se separan.

 

 

¿No eran sinceras al ofrecer mutuamente sus promesas ante el Señor?, ¿mentía al hacerlas uno de los novios?, ¿o ambos lo hacían? (Cp. Eclesiastés 5:1-6), solo Dios lo sabe, muy seguramente, eran completamente honestos, pero luego, uno de ellos, o los dos, humanos e imperfectos, no supieron gestionar su relación, o fueron tentados y seducidos por el enemigo, violando o abandonando así sus votos (Cp. Santiago 1:12-15).

 

 

¿Sabes tú que el Señor ha desposado consigo a su pueblo? Su Palabra dice:

 

 

«Pues tu Creador será tu marido;

  ¡el Señor de los Ejércitos Celestiales es su nombre!

Él es tu Redentor, el Santo de Israel,

  el Dios de toda la tierra» (Isaías 54:5).

 

 

«Alegrémonos y llenémonos de gozo

  y démosle honor a él,

porque el tiempo ha llegado para la boda del Cordero,

  y su novia se ha preparado.

 A ella se le ha concedido vestirse del lino blanco y puro de la más alta calidad».

  Pues el lino de la más alta calidad representa las buenas acciones del pueblo santo de Dios» (Apocalipsis 19:7,8).

 

 

El Señor nos ha dado sus promesas, y Él, quien es siempre fiel, jamás se hubiera comprometido a prometernos algo que después no habría de cumplir (Cp. Hebreos 10:23).

 

 

En Números 23:19, leemos:

 

 

«Dios no es un hombre; por lo tanto, no miente.

  Él no es humano; por lo tanto, no cambia de parecer.

¿Acaso alguna vez habló sin actuar?

  ¿Alguna vez prometió sin cumplir?»

 

 

Si ahora mismo tú te sientes triste, en razón de alguna dificultad, en medio tu aflicción, fortalécete al recordar, que nuestro Dios jamás nos miente, y en que Él, oportunamente, acudirá en tu auxilio, y cumplirá haciendo lo que por su amor y misericordia te ha prometido.

 

 

Acerca de la fidelidad de los compromisos del Señor, el apóstol Pablo escribió:

 

 

«Pues todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo con un resonante «¡sí!», y por medio de Cristo, nuestro «amén» (que significa «sí») se eleva a Dios para su gloria» (II de Corintios 1:20).

 

 

Oremos:

 

 

Nuestro buen Padre Dios, fiel, justo y verdadero Señor, con renovada fe, y agradecidos por la fidelidad de tus preciosas promesas, venimos hoy ante ti, para suplicarte que nos fortalezcas y nos ayudes a serte fieles, cumpliendo con nuestros votos de consagración a ti. En el dulce nombre de Jesús, amén.