SORPRESA VERSUS PREPARACIÓN
Por: Carlos Ardila.
Uno de los factores que más incide en nuestras reacciones, sean estas verbales, o las que nos movilizan hacia alguna acción, suele ser el elemento sorpresa.
Ante las palabras hirientes o agresivas, o frente a las acciones o actitudes de otras personas más, que, dichas, hechas o asumidas por ellas respecto de nosotros, eventualmente sin razón o justificación, que nos toman por sorpresa, nos desconciertan, nos abruman, nos impresionan y nos impactan profunda y poderosamente, haciéndonos entrar instantáneamente en un estado de shock emocional, una anticipada preparación para encarar apropiadamente esta clase de situaciones, resulta ser algo en extremo necesario.
De no estar debidamente preparados para enfrentar circunstancias como las anteriores, sea que estas se nos presenten en lo reservado de un determinado ambiente, o en el escenario del ámbito público, frente a otras personas, quizás, reaccionaremos, diciendo o haciendo algo que posteriormente, talvez lamentaremos mucho, sin poder reparar el daño que ello habrá causado a nuestra imagen o afectado nuestras relaciones, familiares, laborales, eclesiales o sociales en general.
Ahora, tales situaciones pueden llegar a sucederse en la interacción personal de una manera incidental, quizás, debido al estrés o la tensión temporal de alguien en particular, pero, ¿y qué si las palabras, acciones o actitudes de esas personas, son el producto de algo premeditadamente planificado para afectarnos y perjudicarnos de algún modo? Pues, que, si no estamos preparados, habremos de caer en su entrampamiento, y es claro, que cosas como estas suceden, como se observa casi cotidianamente en la política y en otras actividades caracterizadas por el choque de posiciones e ideas.
Hay palabras, contraseñas y fórmulas que necesariamente debemos recordar, y ahora, ante la necesidad de estar preparados para evitar graves, y quizás irreparables errores al hablar o al actuar, en respuesta a alguna provocación sorpresiva, te animo a memorizar e interiorizar la siguiente fórmula que te ayudará a encarar apropiadamente estas desagradables y peligrosas sorpresas, respira, hondo y tómate unos segundos, diciéndote a ti mismo: Pienso, proceso, y hablo o actúo.
La Palabra de Dios nos dice:
«Hay más esperanza para un necio
que para la persona que habla sin pensar» (Proverbios 29:20).
«Los que tienen entendimiento no pierden los estribos;
los que se enojan fácilmente demuestran gran necedad» (Proverbios 14:29).
«Una persona sin control propio
es como una ciudad con las murallas destruidas» (Proverbios 25:28).
«Dado que esto es un hecho innegable, no deberían perder la calma ni hacer algo precipitado» (Hechos 19:36).
Oremos:
Perfecto Dios de amor, haznos sabios, pacientes y prudentes, para con la necesaria preparación que nos brinda nuestra relación de comunión contigo, y siguiendo el ejemplo del Señor, manso y humilde de corazón, saber reaccionar ante las conductas, las actitudes y las palabras hirientes y provocadoras de otras personas más, que el enemigo usará en nuestra contra. En el nombre de Jesús, amén.