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sábado, 21 de septiembre de 2024

UN CUERPO GLORIOSO Y UNA MORADA SANTA / DEVOCIONAL


 UN CUERPO GLORIOSO Y UNA MORADA SANTA

 Por: Carlos Ardila.


 

Todos precisamos de un lugar en el cual fijar nuestra residencia, y una vez que lo tenemos, desde luego, procuramos mantenerlo limpio y hacerlo seguro, agradable y confortable.

 

 

Aunque Dios no habita en templos físicos, de un modo especial, su presencia estaba en el templo que le fuera construido por Salomón y que fue designado como su casa (Cp. Isaías 66:1,2; Hechos 7:48-50; I de Reyes 5:5; 6:1; II de Crónicas 7:1-3).

 

 

Tanto nuestros cuerpos, como la iglesia del Señor, constituyen un templo en el cual habita el Espíritu de nuestro Dios (Cp. I de Corintios 6:19; 3:16); así como esmeradamente limpiamos y adornamos nuestra residencia, debemos purificarnos y cooperar con la edificación de la iglesia de la cual hacemos parte, la Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Aléjense de toda clase de mal.

Ahora, que el Dios de paz los haga santos en todos los aspectos, y que todo su espíritu, alma y cuerpo se mantenga sin culpa hasta que nuestro Señor Jesucristo vuelva» (I Tesalonicenses 5:22,23).

 

 

Todo bien inmueble, nuestras vidas físicas y el cosmos, son temporales (Cp. Hebreos 9:27; II de Pedro 3:10.12); no obstante, nuestro Salvador nos ha reservado una morada eterna en su presencia, y nos ha prometido un cuerpo glorioso e incorruptible (Cp. Juan 14:2; Filipenses 3:20,21), para recibir estas bendiciones, es indispensable que nos purifiquemos; nuevamente, la Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él. Queridos amigos, ya somos hijos de Dios, pero él todavía no nos ha mostrado lo que seremos cuando Cristo venga; pero sí sabemos que seremos como él, porque lo veremos tal como él es. Y todos los que tienen esta gran expectativa se mantendrán puros, así como él es puro» (I de Juan 3:1-3).

 

 

Siendo que eres templo del Espíritu de Dios, ¿qué tanto te esfuerzas por purificarte? Ya que haces parte de la iglesia que constituye un templo Santo para Dios, ¿qué tan comprometido estás con su edificación?



Oremos:

 

 

Amado Dios, por nuestra fe, en el amor y en la gracia de nuestro bendito Salvador, glorificamos tu nombre y expresamos la inmensa alegría que sentimos, debido a la inmerecida bendición que nos significa la presencia de tu Santo Espíritu en nosotros; así como en su oportunidad, Jesús purificara el templo, ayúdanos a descontaminarnos del pecado, para hacer de nuestro ser una morada limpia para ti, en el nombre precioso y puro de nuestro buen Señor Jesús, amén.