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martes, 24 de septiembre de 2024

DOS DIMENSIONES / DEVOCIONAL

 

DOS DIMENSIONES

 Por: Carlos Ardila.

 

 

«Estas son las palabras del Maestro, [a] hijo de David, rey en Jerusalén.

 

 

Vanidad de vanidades

  —dice el Maestro—,

vanidad de vanidades,

  ¡todo es vanidad!» (Eclesiastés 1:1,2).

 

 

Al referirse a la transitoriedad de la vida del hombre bajo el sol, es decir, sobre la tierra, Salomón, en su libro, el Eclesiastés, en el idioma hebreo koheleth, que significa el predicador o el orador, reiteradas veces hizo uso de la expresión: ¡Todo es vanidad!

 

 

Puesto que nuestra vida bajo el sol es temporal, nuestro enfoque principal, debería estar puesto en la vida eterna que esperamos disfrutar en la presencia del Señor, en vez de tan solo en las cuestiones de este mundo pasajero, como lo es nuestra vida también. (Cp. Salmos 103:14-16; II de Pedro 3:10-13; Filipenses 3:20,21).

 

 

En medio de las dificultades que eventualmente nos atraviesan en la vida, ¿se te han hecho eternos los segundos?, ¿como si el tiempo no pasara?, ¿como si el reloj se hubiese detenido? Ahora, cuando disfrutabas de algo, ¿no has dicho para tus adentros?, ¡vaya, qué rápido ha pasado el tiempo!

 

 

Como las personas responsables que debemos ser, son varias las tareas en las que nos debemos ocupar, y desde luego, hemos de gestionar adecuadamente nuestro tiempo para poderlas atender (Cp. Eclesiastés 3:1-8).

 

 

¿En qué ocupas la mayor parte de tu tiempo? En que has de emplearlo primordialmente, por supuesto, lo defines tú, bien sea en tus estudios, en tu trabajo, o en tu familia, entre en otras cosas e intereses más, dentro de lo cual, algo de ocio y de diversión no debería de faltar (Cp. Eclesiastés 5:18; 8:15).

 

 

Después de pasar la mayor parte de sus días bajo el sol, con aciertos y desaciertos, como todos, con relación a dos dimensiones, la física temporal, y la celestial permanente, Salomón concluyó que hay dos cuestiones centrales, que todos deberíamos considerar:

 

 

Entregarnos al Señor mientras aún seamos jóvenes y fuertes para poderle servir, en vez de en el ocaso de nuestras vidas, cuando ya no nos acompañen nuestras fuerzas (Cp. Eclesiastés 12:1-8).

 

 

Tener siempre en mente que, nuestra vida bajo el sol, es efímera, y vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, quien nos ha de juzgar, y asegúranos así, la recompensa de una vida eterna con Él, en la dimensión celestial, en vez de eternamente fuera de su presencia (Cp. Eclesiastés 12:13).

 

 

Oremos:

 

 

Maravilloso y bondadoso Dios de amor, creador del universo y nuestro hacedor, tú que moras en la perfecta dimensión espiritual, y contemplas y examinas nuestra vida en el espacio material y temporal en el cual nos has puesto, para amarte, servirte y honrarte, concédenos la sabiduría para enfocarnos principalmente en ti, y en los asuntos de tu reino, en vez de tan solo en las cuestiones de este mundo pasajero, y exáltanos a la dimensión espiritual a la que tú has prometido ascendernos un día. En el precioso nombre de Jesús, amén.