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martes, 24 de septiembre de 2024

INSPIRAR Y ANIMAR / DEVOCIONAL

 INSPIRAR Y ANIMAR

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Como cristianos, desde luego, deseamos que nuestros familiares y amigos, también le entreguen sus vidas al Señor, cuando nos identificamos como cristianos, es como si expusiéramos nuestras vidas ante los demás, quienes, al observar nuestra conducta, constatarán si en verdad nuestro comportamiento se corresponde o no con nuestras palabras (Cp. Mateo 5:14-16).

 

 

En casi todas las instituciones y organizaciones humanas, se expresan con total claridad, tanto la misión como la visión que le dan sentido a su existencia, lo que, por supuesto, se espera, promueva su imagen, a fin de impactar sobre quienes ellas desean que se involucren en sus actividades; por supuesto, un mal servicio, una mala actitud o algún acto de corrupción por parte de alguno de sus integrantes, afecta su credibilidad.

 

 

No es diferente con la institución de origen divino, que como cristianos, tú y yo representamos ante los demás, nuestras buenas actitudes, inciden directamente en la imagen de la iglesia del Señor, por lo cual, obviamente, se espera que nuestra buena conducta promueva la credibilidad de la organización espiritual que anuncia el mensaje de salvación y de transformación que decimos haber abrazado.

 

 

¿Qué imagen proyectamos nosotros frente los demás? La gente nos observa, al escucharnos hablar, y al vernos actuar, ¿se sentirán inspirados y animados los demás a obedecer el mensaje de salvación que pretendemos anunciar?, ¿somos creíbles tú y yo?, ¿le damos al mundo una buena imagen de la institución divina que representamos?

 

 

Recuerda que con tus palabras, actitudes, compromiso y buen ejemplo, inspiras y animas a los demás, por lo cual, tú y yo, en la iglesia del Señor, en el hogar, y en cada lugar: «Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros a realizar actos de amor y buenas acciones» (Hebreos 10:24).

 

 

Oremos:

 

 

Nuestro amoroso, perfecto y misericordioso Padre Dios, te damos gracias por el tesoro invaluable de nuestra salvación, ayúdanos, oh, buen Señor, a ser instrumentos de tu amor, para que, por medio de nuestras palabras y actitudes, podamos testificar de ti, animando e inspirando a otras personas más a venir a tus pies. En el nombre de Jesús, amén.