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miércoles, 18 de septiembre de 2024

EN LAS MANOS DEL ALFARERO / DEVOCIONAL

 


EN LAS MANOS DEL ALFARERO

 

 Por: Carlos Ardila.


 

Podemos hacer algunos cambios en nuestra apariencia física: Cambiar el color de nuestro cabello, nuestro estilo de vestir, de manera de pensar, podemos cambiar además de profesión y de residencia.

 

 

Ahora, en el aspecto espiritual, debemos dejar que sea Dios el que nos cambie.

 

 

En Jeremías 18:1-6, la Palabra de Dios nos dice:

 

 

«El Señor le dio otro mensaje a Jeremías: «Baja al taller del alfarero y allí te hablaré». Así que hice lo que me dijo y encontré al alfarero trabajando en el torno; pero la vasija que estaba formando no resultó como él esperaba, así que la aplastó y comenzó de nuevo.

Después el Señor me dio este mensaje: «¡Oh, Israel! ¿No puedo hacer contigo lo mismo que hizo el alfarero con el barro? De la misma manera que el barro está en manos del alfarero, así estás en mis manos».

 

 

¿Para qué envió Dios a Jeremías a la casa del alfarero?, ¿qué quería mostrarle?

 

 

Que así como es el barro blando en las manos del alfarero, podemos ser nosotros en sus manos. El alfarero moldea al barro blando, dándole la forma que él desea que tenga.

 

 

Ahora, cuando el barro o la arcilla se endurece, no se puede moldear, y resulta imposible darle alguna forma o figura.

 

 

¿Qué clase de barro somos tú y yo? Un barro blando que se deja moldear por el Señor, para hacernos de acuerdo a su corazón, ¿o somos duros y caprichosos como el barro endurecido?

 

 

¿Decimos amar a Dios, pero nos damos forma a nosotros mismos en contra de su voluntad?

 

 

Como el barro blando, dejemos que sea Dios quien nos moldee y nos haga de acuerdo a su corazón.

 

 

Oremos:

 

 

Nuestro buen Padre Dios, nos reconocemos imperfectos e insuficientes delante de tu presencia, así como es el barro en las manos del alfarero moldeado, nos ponemos en tus manos para ser transformados conforme a tu deseo, por tu amor y tu poder, haz de nosotros las personas que anhelamos ser para ti, en el bendito nombre de nuestro amado Salvador Jesús, amén.