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martes, 24 de septiembre de 2024

A TI MISMO TAMBIÉN / DEVOCIONAL

 

A TI MISMO TAMBIÉN

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Buenos días, amor, espero que disfrutes de un gran día, por cierto, ¡qué linda que luces! Hijo, ¡qué bien que lo has hecho!, te amo mucho, toma un poco de dinero, y cómprate algo lindo, mamá, vete de vacaciones con alguna de tus amigas, yo me haré cargo de los gastos.

 

 

En parte, nuestro amor, se ve reflejado en las palabras y en las acciones desinteresadas de atención, amabilidad y consideración de nosotros en favor de los demás.

 

 

Hay quienes aman sinceramente a algunas personas más, y ello, desde luego, es lo que desea nuestro Dios que nos caracterice distintivamente a sus hijos; sin embargo, ellos no se dan a sí mismos ningún gusto, y pasan la mayor parte de su tiempo trabajando, siempre afanados e inquietos, y en consecuencia agotados.

 

 

Con relación al amor, y a lo más esencial de nuestros afectos, la Palabra de Dios nos dice:

 

 

«—De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?

 

 

Jesús contestó:

 

 

—El mandamiento más importante es: “¡Escucha, oh Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”[a]. El segundo es igualmente importante: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”[b]. Ningún otro mandamiento es más importante que estos» (Marcos 28b - 31).

 

 

Por medio de estas palabras, el Señor Jesús, nuestro Salvador, nos provee tres importantes lecciones:

 

 

Que el centro de nuestras vidas, nuestro enfoque principal ha de ser Dios, a quien debemos amar de un modo tan intenso, tal, que con todo nuestro ser, le pongamos siempre primero a Él por sobre cualquier otro afecto e interés personal (Cp. Colosenses 1:18; Mateo 6:33,34).

 

 

Que hemos de amar a nuestro prójimo (Cp. Mateo 5:43, 44).

 

 

Y que nos amemos primero a nosotros mismos, de lo cual se desprende, que difícilmente, podremos amar a los demás, si es que no nos amamos primero a nosotros mismos de un modo especial, aunque por supuesto, no egoísta ni narcisista (Cp. Filipenses 2:4).

 

 

Talvez, otras personas no correspondan a nuestras palabras y acciones desinteresadas de amor en su favor, pero algo, sin duda, es esencial para cumplir en obediencia con el mandamiento del Señor, y esto es, hablarnos y tratarnos a nosotros mismos con la misma atención, gentiliza y consideración de las que hacemos uso con los demás.

 

 

Amate, mímate un poco, háblate, anímate y valórate a ti mismo, date algunos gustos, y procura hacerte a ti mismo feliz.

 

 

Oremos:

 

 

Maravilloso Dios, gracias por la dignidad de la cual tú nos has revestido al crearnos a tu imagen y semejanza, agradecidos por tu amor, deseamos corresponderte, y amarte sinceramente y con el pleno de nuestro ser, y amar a nuestro prójimo, como hemos de amarnos primero a nosotros mismos, haz Señor que sepamos expresar nuestro amor para contigo, y hacia los demás y nosotros mismos, por medio de las acciones concretas que evidencien y confirmen nuestro sentir, en el nombre de Jesús amen.