PRUEBAS
Por: Carlos Ardila.
Pese a tu fe en Dios, ¿sientes como si transitaras ahora por en medio de un desierto, sin hallar en él oasis alguno? ¿Cómo si estuvieses dentro de un pozo muy profundo y oscuro? ¿Qué arrecia con fuerza la tentación?
La Palabra de Dios nos dice:
«Queridos amigos, no se sorprendan de las pruebas de fuego por las que están atravesando, como si algo extraño les sucediera. En cambio, alégrense mucho, porque estas pruebas los hacen ser partícipes con Cristo de su sufrimiento, para que tengan la inmensa alegría de ver su gloria cuando sea revelada a todo el mundo» (I de Pedro 4:12,13).
Así como por medio del proceso de la prueba, se evalúan la autenticidad, la calidad y el valor de algo o de alguien, las dificultades que eventualmente nos atraviesan y nos causan sufrimientos, constituyen pruebas por medio de las cuales evaluamos nuestra fe, paciencia y firmeza, de nuevo, la Palabra de Dios nos dice:
«Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo» (I de Pedro 1:7).
Ahora, al hallarnos en medio de las pruebas, debemos entender que estas son temporales y que Dios no permitirá que una dificultad insuperable nos sobrevenga, con relación a ellas, la Biblia nos enseña:
«Así que alégrense de verdad.[a] Les espera una alegría inmensa, aunque tienen que soportar muchas pruebas por un tiempo breve» (I de Pedro 1:6).
«Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, él les mostrará una salida, para que puedan resistir» (I de Corintios 10:13).
Ten presente, no es Dios quien nos causa el sufrimiento, entre otras posibles causas, este se da fruto de nuestros errores, de las acciones equívocas o malintencionadas de otras personas más, y de los fenómenos naturales.
Resiste, persevera y confía, Dios te ayudará oportunamente, en su Palabra, Él nos dice:
«Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús, el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos» (Hebreos 4:14-16).
Saldrás victorioso, te levantarás aleccionado y fortalecido, a la vez que tu experiencia te capacitará para poder entender y consolar al que sufre.
«Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros. Pues, cuanto más sufrimos por Cristo, tanto más Dios nos colmará de su consuelo por medio de Cristo» (II de Corintios 1:3-5).
Oremos:
Nuestro buen Padre Dios, fortalécenos cuando nos hallemos en medio de las pruebas, y haz que nuestra fe, probada como por el fuego, como el oro más puro, sea hallada auténtica y fuerte; puesto que las dificultades son temporales, concédenos la paciencia necesaria para sobrellevarlas y supéralas, asistidos siempre con tu oportuno socorro, y usa nuestras propias experiencias para prepararnos, a fin de poder ayudar nosotros también a otras personas más, en el nombre de nuestro amado Salvador Jesús, amén.