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domingo, 22 de septiembre de 2024

EL CARÁCTER CRISTIANO / DEVOCIONAL

 

EL CARÁCTER CRISTIANO

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Al nacer en Cristo, por medio del bautismo, somos hechos miembros de la iglesia, la cual es la familia de Dios (Cp. Juan 3:1-5; Hechos 2:38 - 47; Efesios 2:19). De hecho, al recibir al Señor y al nacer de nuevo, en términos espirituales, nos asemejamos a los niños recién nacidos (Cp. Juan 1:11,12).

 

 

Así como debe un niño recién nacido, crecer y formar su propio carácter, deben los recién nacidos en Cristo, crecer, desarrollar su personalidad y estructurar su carácter.

 

 

Como seguidores del ejemplo del Señor, bien podemos decir, que el carácter de Cristo, debe verse reflejado en nuestra vida y en nuestra conducta.

 

 

Pero, ¿y qué es realmente el carácter?

 

 

Probablemente, alguien pensará que una persona con carácter, es aquella que se enoja con facilidad, alguien con un temperamento muy fuerte, quien de un modo rápido se altera y pierde el control, una persona obstinada y llevada de su parecer, quien impone sobre los demás su manera de pensar.

 

 

La palabra carácter viene del vocablo griego charakter o charassa, que significa grabador, el término carácter, se refiere básicamente a una señal o marca que se imprime, se pinta, o se graba sobre algo.

 

 

En los sentidos de la conducta y de la moral, el carácter hace referencia al modo singular de ser de una persona que la distingue o la diferencia de las demás.

 

El carácter se forma por medio de la influencia que recibimos en el hogar y de otras personas más en los diversos ambientes en los cuales nos desenvolvemos.

 

 

Por supuesto, como cristianos, nuestro carácter espiritual debe formarse por la influencia de Dios y de su Espíritu en nosotros por medio de su Palabra y del ejemplo del Señor Jesús.

 

 

En Gálatas 4:19, la Palabra de Dios nos dice:

 

 

«¡Oh mis hijos queridos! Siento como si volviera a sufrir dolores de parto por ustedes, y seguirán hasta que Cristo se forme por completo en sus vidas».

 

 

Antes de ser cristiano, Pablo, tenía ya, por supuesto, un carácter formado por medio de la influencia de su cultura judía y farisea. Cuando Saulo se hizo cristiano, para llegar a ser el apóstol Pablo, conservó lo que de su carácter estaba bien, pero incorporó a su manera de pensar y de actuar, el ejemplo de Cristo (Cp. Gálatas 2:20).

 

 

Para formar un carácter cristiano en nosotros, hagamos de nosotros como vasijas de barro que el alfarero forme o moldee a su gusto (Cp. En Jeremías 18:1-6).

 

 

Oremos:

 

 

Bendito Padre celestial, soy tan imperfecto, como todos, he arrastrado hasta hoy, parte del lastre de mi vieja naturaleza carnal, gracias, amado Señor, porque, pese a mis debilidades, con tu ayuda, he logrado avanzar en cuanto a mi superación espiritual, pero, es mucho más el trabajo y el esfuerzo que he de hacer, a fin de ser mejor para ti; moldéame a tu gusto, oh Dios, forma en mí un carácter que haga de mí, un hombre conforme a tu corazón, en el dulce nombre de mi Salvador Jesús, amén.