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martes, 24 de septiembre de 2024

NO TE AMARGUES / DEVOCIONAL

NO TE AMARGUES

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Un antiguo refrán popular nos dice que el pasto del vecino es siempre más verde que el de nuestro propio jardín, la publicidad que alienta el consumo, te dirá que el auto de tu amigo es más amplio, cómodo y veloz que tu viejo automóvil que te invita a cambiar, porque en definitiva, no debes quedarte atrás, y el enemigo intenta hacernos llenar de amargura, debido al éxito, crecimiento o superación de otras personas más, promoviendo en nosotros la envidia, identificada en la Palabra del Señor como una de las obras de la carne (Cp. Gálatas 5:21).

 

 

En contraste a lo anterior, el Señor, nos anima a ser agradecidos y a estar contentos con lo que tenemos ahora, con relación a ello, la Palabra de Dios nos dice:

 

 

«No amen el dinero; estén contentos con lo que tienen, pues Dios ha dicho:

 

«Nunca te fallaré.

 

  Jamás te abandonaré»[b]» (Hebreos 13:5).

 

 

¿Es acaso conformismo, el contentamiento? Desde luego que no.

 

 

El contentamiento, es la virtud que nos hace estar satisfechos y agradecidos por los bienes materiales que poseemos ahora, y nos anima a esperar en un futuro mejor, confiando en el Señor.

 

 

¿Se opone el Señor a las riquezas? Por supuesto que no, Él desea bendecirnos y concedernos un pleno bienestar, pero nos alerta en cuanto a no llenarnos de la amargura que genera la codicia y la envidia (Cp. I de Timote 6:6-10).

 

 

Sé agradecido, y no te amargues, vive contento con lo que tienes ahora, y pon primero en tu vida al Señor.

 

 

La Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Quédate quieto en la presencia del Señor,

  y espera con paciencia a que él actúe.

No te inquietes por la gente mala que prospera,

  ni te preocupes por sus perversas maquinaciones» (Salmos 37:7).

 

 

«La verdadera humildad y el temor del Señor

  conducen a riquezas, a honor y a una larga vida» (Proverbios 22:4).

 

 

Oremos:

 

 

Nuestro amoroso y perfecto Padre Dios, te damos gracias por todo cuanto tú nos das, y te pedimos que nos ayudes a cultivar la virtud del contentamiento, de un modo tal que podamos producir el fruto del Espíritu, que es el gozo. En el dulce nombre del Señor Jesús, amén,