Los 400 Años de Silencio Entre en Antiguo y el Nuevo testamento.
Por:
Carlos Ardila.
El libro de Malaquías, del A.T., nos deja con la nación de Israel de nuevo en el territorio de Palestina después de su cautividad en Babilonia, ahora bajo el poder de la nueva gran potencia mundial de la época, el imperio persa y medo persa. Para entonces el templo había sido restaurado en la ciudad de Jerusalén, aunque no con el esplendor y el tamaño del glorioso edificio levantado por Salomón.
En este templo se dio continuidad a la línea de Aarón, aún existente, y se reinauguró la adoración cumpliendo los rituales establecidos antes por la ley de Moisés.
También fue establecida la línea real de David, siguiendo esta línea, se sabía quién era el sucesor del rey, su nombre es mencionado en los libros de Hageo, Zacarías y Malaquías. Se trataba de Zorobabel, sin embargo, aunque había un el príncipe real, no se hallaba un rey sentado sobre el trono de Israel, a más de ser manejada la cautiva nación por el poder de la dominación del imperio de Persia. Pese a esta situación, el pueblo continuaba política y religiosamente unido.
Al leer el libro de Mateo en el inicio del N.T., encontramos un escenario totalmente diferente. Roma es ahora el poder dominante y su dominación se ha extendido a lo largo de todo el mundo civilizado hasta entonces conocido. El centro de poder se ha trasladado del este al oeste, a Roma. Palestina continúa siendo un estado manejado, dado que los judíos nunca lograron recuperar su soberanía, pese a que ahora hay un rey sobre el trono, se trata de Herodes el Grande, el cual es un descendiente de Esaú en vez de serlo de Jacob, adicionalmente, los sumos sacerdotes, la autoridad religiosa, no pertenecen a la línea de Aarón, en lugar de ello, son en realidad sacerdotes contratados quienes desempeñan un papel más político que religioso. No obstante, el templo es aún el centro de la adoración y de la vida religiosa judía, pese a haber sido parcialmente destruido y reconstruido por lo menos unas seis veces desde el final del Antiguo Testamento. Ahora, una nueva institución está dentro del escenario religioso y político de la nación, se trata de la sinagoga que distribuidas por varias ciudades judías, llegaron a ser substituto del templo.
Para esta época el pueblo de Israel se hallaba dividido en tres partidos principales. Dos de estos, los fariseos y los saduceos, llegaron a ser mucho más sobresalientes, numerosos e influyentes que el tercero de ellos, los esenios, quienes se sabe fueron muy prominentes, tiempo atrás, esta certeza acerca de su importancia, se tiene gracias al descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto, documentos hallados incidentalmente por un pastorcillo árabe en las cuevas de Qunrran en el año de 1947.
Ahora bien, nos surge una inquietud, ¿qué fue lo que sucedió durante estos cuatrocientos años llamados, el periodo inter testamental y son denominados los "cuatrocientos años de silencio” entre el ministerio de los últimos profetas inspirados del A.T. y los primeros autores del N.T.
El apóstol Pablo escribió: "Cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley" (Gálatas 4:4). En el tiempo establecido dentro del plan de Dios para el nacimiento de su Hijo encarnado, el cual había sido previamente preparado; muchos de estos preparativos tuvieron su lugar y su suceso durante este periodo de silencio que reviste gran importancia desde el punto de vista histórico.
Después de Malaquías haber concluido su ministerio profético, el Señor dejo de dar revelación. Dios permitió que transcurriera este período durante el cual se forjaron nuevas circunstancias históricas dentro del escenario.
Cuando el profeta Malaquías concluyó su obra en los alrededores del año 435 a.C., el poder de la dominación mundial cambió de oriente a occidente. Babilonia había sido hasta entonces la principal potencia mundial, que luego fue sucedida por el Imperio Medo Persa, como hubiera sido antes profetizado por Daniel, quien afirmó que se levantaría un oso que sería más alto en un lado que en otro, representando la división entre Media y Persia, con el predominio de los persas (Daniel 7:5).
En el momento más crítico de la potencia persa se levantó el poder de nación Macedonia, actualmente conocida como Grecia al norte del Mar Negro, en donde Felipe, el macedonio, llegó a hacerse el máximo líder. Él logró la unidad de las islas de Grecia y se hizo gobernador sobre todo su territorio. Posteriormente, su hijo Alejandro Magno llegó a ser el más poderoso y sobresaliente dirigente mundial de todos los tiempos. En el 330 a.C. una decisiva batalla entre los persas y los griegos cambió definitivamente el curso de la historia. En esa batalla, Alejandro, quien contaba entonces con solo veinte años de edad, condujo a los ejércitos de griegos hacia la victoria sobre los persas, destruyendo por completo su poder. El poder mundial se trasladó al oeste de Grecia con el comienzo del imperio griego.
Transcurrido un año después de haberse librado esta batalla histórica, Alejandro Magno dirigió a sus ejércitos hacia el mundo sirio en dirección a Egipto. De camino hacia allí, decidió planear el sitio de la ciudad de Jerusalén. Estando ya cerca de la ciudad con sus poderosas fuerzas de ocupación, los judíos de Jerusalén supieron que el ejército del gran Alejandro venía de camino. Jadua, quien fuera el Sumo Sacerdote de entonces y que es mencionado en el libro de Nehemías (12:22), tomó los escritos del profeta Daniel y, en compañía de un grupo de sacerdotes y ataviado con vestiduras blancas, fue al encuentro de Alejandro a una cierta distancia de la Jerusalén, según la reseña de Josefo, el historiador judío, quién señaló que Alejandro dejó su ejército para salir al encuentro de aquel grupo de sacerdotes. Una vez reunidos, Alejandro le contó al sumo sacerdote acerca de una visión que había observado la anterior a su encuentro, en la cual Dios le había mostrado a un anciano, ataviado con ropas blancas, quien le habría de mostrar algo de gran importancia para él, según el relato, Jadua abrió el libro de Daniel y leyó sus profecías a Alejandro.
En las profecías, Alejandro se enteró de las predicciones en las cuales se anticipaba que él habría de convertirse en la notable cabra con el cuerno en la frente, que procedería del oeste y que destrozaría el poder Medo Persa conquistaría al mundo. Alejandro se sintió tan impactado por la precisión de las profecías de Daniel con respecto a él, que prometió que decidió no sitiar la ciudad de Jerusalén y envió de regreso a Jadua rindiéndole honores. ¡La veracidad de este relato, después del todo el tiempo transcurrido desde entonces hasta hoy, es muy difícil de establecerse, con todo, es este el registro de Josefo el historiador judío!
Alejandro Magno murió en el año 323 a. de C., cuando contaba con tan solo unos tenía treinta y tres años de edad. Después de su muerte, su imperio que había forjado quedo destrozado por la división debida a la ausencia de un sucesor para él, puesto que su hijo había sido asesinado con anterioridad.
Pasado algún tiempo, los cuatro generales de Alejandro, quienes habían liderado sus ejércitos, dividieron el imperio entre ellos. Dos de estos generales son especialmente sobresalientes e importantes dentro de la historia del periodo inter testamental.
El primero de ellos fue Ptolomeo, quien tomó a Egipto y a los países del norte del continente africano; el segundo de estos fue Seleuco, quien estableció su poder sobre Siria, al norte del territorio de Palestina. Durante esta época Palestina fue incorporada a Egipto y fue sometida a muchas tribulaciones provocadas por Ptolomeo y por la crudeza y violencia del permanente conflicto entre Siria al norte y Egipto al sur que se prolongara durante los cien años siguientes a su incorporación a Egipto.
Sobre este prolongado enfrentamiento escribió detalladamente el profeta Daniel en su capítulo dos. Durante esta época había estado en creciente aumento el poder de la influencia griega sobre Palestina, fue entonces cuando surgió entre los judíos el partido de los helenos o helenistas, cuyos miembros procuraban grecizar la cultura ancestral judía. Esta situación terminó provocando una división en dos de los más importantes partidos. De un lado se hallaban los nacionalistas judíos, quienes procuraban conservar sus tradiciones conforme a la ley de Moisés, rechazando toda influencia extranjera, este partido fue posteriormente conocido con el nombre de los fariseos (separados o separatistas).
Por otro lado, se encontraban los helenos o helenistas, quienes procuraban adaptar al pueblo judío a las costumbres griegas, y que llegaron a ser muy influyentes dentro de la política, estos fueron reconocidos en el N.T. como los saduceos o liberales, término que a su vez significa justicia o rectitud, que propendían por el abandono de la rigurosidad de las leyes religiosas judías y llegaron a convertirse en los escépticos racionalistas de entonces.
Fue por esta época cuando las Escrituras hebreas fueron traducidas por primera vez al griego (284 a. de C. en Egipto, durante el gobierno de uno de los Ptolomeos). A esta traducción realizada por setenta, o probablemente setenta y dos eruditos, se le conoce como la Septuaginta.
Algún tiempo después, en los alrededores del año 203 a. de C. Antíoco el Grande llegó a ser el rey sobre Siria, al norte de Palestina. Este nuevo líder del poder sirio tomó a Jerusalén de la dominación egipcia e inició su control sobre el territorio de Palestina. Antíoco tenía dos hijos, uno de ellos le sucedió reinando tan solo unos pocos años. Al morir este, asumió el poder su hermano Antíoco Epifanes, quien llego a ser uno de los más tenaces y violentos enemigos del pueblo judío. Acerca de él escribió el profeta Daniel, quien vaticinó que sería una persona despreciable, un rey vil, quien se hizo conocer a sí mismo como el Ilustre, que es el significado de su nombre, el cual por sus atrocidades sus mismos cortesanos cambiaron por el nombre de Epifanes cuyo significado es el loco.
El primer acto de Antíoco Epifanes fue quitar al legítimo sumo sacerdote de Jerusalén, poniendo fin a la sucesión sacerdotal del orden de Aarón. Onias III fue el último de esta línea ancestral. Antíoco Epifanes vendió luego sacerdocio a Jasón, quien no pertenecía a la línea sacerdotal, y luego, a su vez, fue traicionado por Menéalo, su hermano menor, el cual después de haber comprado el sumo sacerdocio vendió los utensilios de oro del templo para poder reunir el dinero para pagar tributo a Epifanes. Después de haber sido eliminado el sumo sacerdocio legítimo, todas las tradiciones ceremoniales judías se deterioraron hasta casi desaparecer por completo bajo la dominación del poder sirio.
Para el año 171 a.C., Antíoco invadió Egipto y Palestina, quedo nuevamente en medio del conflicto entre ambos poderes.
A causa de tantos conflictos, según los registros históricos, Palestina es el territorio por el cual se han suscitado más luchas y Jerusalén es la ciudad que ha sido tomada más veces durante todo el curso de la historia, siendo saqueada, quemada y destruida veintisiete veces en su historia.
Estando Antíoco de campaña militar en Egipto, sé mal informó a los judíos que este había sido dado de baja, noticia ante la cual el pueblo de Jerusalén informó que le habían matado en la batalla y Jerusalén inició una revuelta derrocando a Menelao, el falso sumo sacerdote. Al enterarse de esto, Antíoco organizó y dirigió su ejército hacia Jerusalén. Asoló la ciudad, recuperando el poder y con la ayuda de Menelao, profanó el templo entrando hasta el lugar Santísimo. Durante esta incursión dio muerte a por lo menos cuarenta mil judíos, destruyó los rollos de la ley y ofreció una cerda sobre el altar sagrado del templo, rociando luego su caldo todo el santuario.
Fue el acto de profanar el templo a lo que se refiere el Señor Jesús como la "abominación desoladora que había anunciado Daniel (Mateo. 24:15).
Según el vaticinio de Daniel, el santuario fue profanado durante 2.300 días (Daniel. 8:14). De acuerdo con su profecía, transcurrieron 2.300 días, seis años y medio, antes de que el templo fuese purificado. Esta purificación fue hecha bajo el liderazgo de Judas Macabeo, quien pertenecía a la línea sacerdotal que, en unión de su padre y de sus cuatro hermanos, se levantó una revuelta opositora a la autoridad y disposiciones del rey sirio. Los Macabeos, influyendo sobre los judíos que les siguieron minoritariamente, después de algunas batallas en las que salieron victoriosos, derrocaron al poder sirio, retomaron el control de Jerusalén y limpiaron el templo. El día en el cual limpiaron el templo, es decir, el veinticinco de diciembre, fue llamado y recordado anualmente desde entonces como el día de la dedicación.
Después de todos estos hechos, los Macabeos, quienes pertenecían a la familia de los asmoneos, dieron inicio a una línea de sumos sacerdotes identificada como la Dinastía Asmonea. Sus hijos se desempeñaron como sumos sacerdotes por las siguientes tres o cuatro generaciones en Jerusalén. Durante este tiempo tuvieron que resistir los constantes ataques sirios que procuraban retomar el control de la ciudad.
Fue en este tiempo en el cual uno de los sacerdotes asmoneos firmó un acuerdo con el Senado de Roma, el cual ayudó en la protección de Jerusalén en contra del poder sirio, esta circunstancia fue la que permitió luego la entrada del poder romano en la historia de Israel.
En tanto que las luchas constantes entre los dos bandos rivales se hacían cada vez más fuertes. Roma, aunque al margen, se mantenía atenta, hasta que, finalmente, Antipater, el gobernador de Idumea, y un descendiente de Esaú, estableció una acuerdo con dos de las naciones vecinas para atacar a Jerusalén e intentar derrocar el poder de los sumos sacerdotes asmoneos. Esta batalla fue tan cruenta que después de algún tiempo a Pompeyo, un general romano, quien tenía a su ejército asentado casualmente en Damasco por este tiempo, ambos bandos le pidieron que interviniera. Uno de los dos bandos logró, con una mayor influencia económica, poner de su lado a Pompeyo, quien entrando en la ciudad de Jerusalén tenía un poco más dinero que el otro y dejándose convencer por ese argumento lógico Pompeyo vino de Damasco, entró en la ciudad de Jerusalén, con una gran matanza tomó el control de ella en el año 63 a.C., tiempo desde el cual Palestina estuvo bajo la dominación del imperio romano.
Después de asumir el control, los romanos nombraron a Antipater como Procurador de Judea y este hizo a sus dos hijos los reyes de Galilea y de Judea. A uno de sus hijos, que fue hecho rey sobre Judea, lo conocemos como Herodes el Grande (Mateo. 2:1,2). Fue durante su reinado que nació Jesús, el Mesías de Israel.